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Estoy terminando de limpiar otra habitación y pienso en la cerveza que me voy a tomar luego, en el sillón, solo, sin nadie que me cuente que si su cuñado se ha infectado; que si el gobierno fue irresponsable por permitir el 8M; que si las misas sí, pero el teatro no; que si las peluquerías o el papel higiénico; que si se suspenden las procesiones de Semana Santa o si el mismísimo dios bajará para proteger a cofrades y público y que nadie se contagie en tan sagrado festejo.
Estoy terminando de limpiar otra habitación, y no pienso entrar en internet cuando acabe. No quiero ver las críticas de unos, lo que hacen o dicen otros. No deseo ser testigo de tanta imaginación concentrada en una semana y desaprovechada el resto del año.
Estoy terminando de limpiar otra habitación y me entran ganas de mancharla de nuevo para entretenerme con algo que no sea coronavirus, coronavirus, coronavirus.
¡Huy, perdón, tengo que dejaros, se me ha caído un poco de cerveza al suelo! Creo que voy a volver a limpiar la habitación.