OPINIóN
Actualizado 03/03/2020
Alfredo Pérez Alencart

Perfil de Salamanca, de José Amador Martín

Aquí dejo conocer mi reciente columna dominical en el periódico La Razón, publicada en la edición de tirada nacional. Lo hago por su anclaje con Salamanca.

PROVINCIANO

Muchos quieren ser de la capital de un país, por la importancia que ello conlleva: vivir en el centro neurálgico donde todo se decide y donde mayores oportunidades laborales y culturales existen. Así, quienes habitan en otras regiones de menor relieve, pasan a ser ciudadanos de segundo nivel o, de forma más vulgar, unos paletos, según el decir o el pensar de ciertos capitalinos. No deseo nombrar a la persona que ha expresado el más reciente exabrupto en tal sentido, pues irrelevante resulta.

En mi caso, ser provinciano es una seña de identidad que reclamo y de la que me siento especialmente orgulloso: desde hace treintaidós años, por ser salmantino; antes, por ser de Puerto Maldonado, una pequeña ciudad de la Amazonía peruana. Seis años viviendo en Lima, por los estudios universitarios, me hicieron reafirmarme en lo valioso que es ser y sentirse provinciano. Estas más de tres décadas en Salamanca y en su Universidad me han convencido del privilegio de ser provinciano: un provinciano universal, claro, pues a Salamanca viene el mundo y uno no tiene necesidad de estar haciendo viajes y más viajes para ponerse la etiqueta de cosmopolita.

Puedo decir que estuve casi diez años sin pisar suelo de Madrid, la capital del reino. Pasé por sus circunvalaciones, directo a Barajas y de allí a mi destino. Y no sufrí ninguna depresión o baja autoestima por no merodear cafés literarios o cenáculos culturales que otros estiman imprescindibles para alcanzar la 'fama'.

Ser provinciano universal: esa es la meta, como lo fueron Unamuno, Vitoria, Fray Luis de León?

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