OPINIóN
Actualizado 26/02/2020
Fructuoso Mangas

Sorprende que hace dos mil años largos Séneca publicara un precioso tratado sobre la brevedad de la vida y que hoy, leído sin más, mantenga plena actualidad. Es una buena lectura para estos días entre Don Carnaval y Doña Cuaresma; es una lectura también breve como la vida, pues son sólo veinte breves apartados. La aconsejo, en internet o en cualquier librería.

Comienza Séneca confesándole a su cuñado Paulino su sorpresa por la rapidez con la que se nos pasa el tiempo, velociter et rápide dice, a sus cincuenta y cuatro años de edad y con sólo otros once que le quedan aunque lógicamente esto él no lo sabe. Y a continuación, todavia al comienzo mismo del libro, aclara que la vida no es breve sino que nosotros la hacemos breve, non accipimos vitam brevem, sed facimus. Incluso advierte, como un buen advisor de nuestro tempo, que la causa de esta abreviación de la vida viene porque olvidamos el pasado, descuidamos el presente y tememos el futuro. Y así sigue con juicios sobre la vida de su tiempo que bien pueden valer para el nuestro.

He empezado por Séneca porque de él parte una corriente de pensamento que anda en la base de nuestros carnavales y cuaresmas, desde la Ceniza de la Iglesia hasta las coplas de Cádiz. Si no tuviéramos la sensación de la futilidad de la vida no habría carnaval y quizás ni cuaresma y me digo que muy fuerte tiene que ser esa sensación para que surjan con enorme potencia y perdurabilidad estas celebraciones fuera de toda medida desde Berlín hasta Buenos Aires pasando por Ciudad Rodrigo. Se pueden reducir groseramente al comamos y bebamos que mañana moriremos, pero son mucho más que eso. Por eso las traigo aqui al referirme a la ceniza de mañana, miércoles.

La ceniza como símbolo de penitencia y conversión es tan viejo como el pensamento del ser humano que se siente abrumado por sus pesares y/o arrepentido de sus males. Ya los habitantes de Nínive, con su rey al frente, aparecen en el Libro de Jonás haciendo penitencia pública revestidos de saco y señalados por la ceniza.

Y hoy mismo, cuando se llevan las marcas por todo el cuerpo desde una estética al menos a veces discutible, me parece interesante y casi provocador llevar una señal en la frente, marcada con ceniza y en señal de conversión y de novedad de vida. Hoy es, me parece a mí ciudadano de medio pelo y pensador de casi nada, un signo contracultural aconsejable por su extraña y oportuna actualidad, sin contar las concretas referencias cristianas que encierra y subraya. El que quiera entender que entienda.

Yo celebraré, D.m., la ceremonia este miércoles a las once de la mañana en la Residencia Ballesol y a las seis de la tarde en San Pedro de Rozados, pequeño pueblo junto a Salamanca, y me parece dos lugares perfectos en medio de esa España de cenizas, medio vacía y despoblada. Además uno tiene que selecionar cosas a estas alturas, porque la vida es breve y no hay tiempo para todo. Pero para esto sí, por supuesto.

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