OPINIóN
Actualizado 17/02/2020
Eusebio Gómez

"Después de haber vivido largos años, cuando me pregunto que es más útil en la vida, debo responderme: la bondad" (Juan XXIII)

Una persona buena cree en la bondad y en el amor y está convencida de que al final, siempre la bondad triunfa. El bueno es aquel que tiene el corazón de oro y está siempre dispuesto a ayudar.

Al ver a una persona bondadosa, nos entran ganas de ser como ella. Pero muchas veces el propósito dura poco, pues, enseguida, surgen las dificultades, ya que ser bueno no es nada fácil. El gran escritor y convertido al catolicismo Chesterton decía: "Ser bueno es una aventura mucho más grande y atrevida que la de dar la vuelta al mundo con un pequeño barco de vela."

La bondad, como el amor son dones recibidos que para conseguirlos y mantenerlos se necesita la tarea de cada día. Quien persevera en la bondad, será recompensado grandemente.

El gran concertista Andrés Segovia, cuando le preguntaron qué era lo más importante en la vida, respondió: "la bondad".

Dios al crear el mundo lo llenó de su bondad. Desde entonces existen muchas personas buenas, que andan por la vida sembrando el bien y derrochando generosidad.

Todo el mundo es bueno. Este era un slogan de España hace unos años. Y creo que, en el fondo muy en el fondo, es verdad. Es cierto, pues la verdad como tantos dones, hay que cultivarla, pues "No hay persona que no tenga algo de bueno que, cuidándolo, no pueda convertirse en excelente" (Saint-Evremond).

San Pablo ruega a los efesios que sean siempre humildes y amables, comprensivos? (Ef 4,1-7).

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