El reverso de esa misiva contiene una parte de la historia de España, las notas manuscritas del discurso del viejo rector en el Paraninfo aquel 12 de octubre de 1936
Para muchos visitantes, resulta un increíble hallazgo caer en la cuenta de que la Casa Museo Unamuno no es otra cosa que el hogar que habitó don Miguel durante su época más prolongada como rector de la Universidad de Salamanca, entre 1900 y 1914. Allí nacieron varios de sus hijos biológicos y también algunos de los literarios de mayor peso en su trayectoria, caso, por ejemplo, de Niebla.
Las referencias son prácticamente inabarcables, comenzando por un fondo bibliográfico formado por 6.000 volúmenes donados a la Universidad por el propio Unamuno poco antes de su muerte. Cada uno de esos libros es accesible para los investigadores. A ese legado bibliográfico se une un incontable número de objetos y documentos personales y profesionales, cartas, dibujos? Y de entre todos, sobresale una misiva? o lo que de ella se conserva. Se trata de la que la mujer de Atilano Coco, Enriqueta Carbonell entrega a Unamuno con la esperanza de que este se la pueda hacer llegar a los militares acuartelados en Salamanca en 1936. Pedía que se apiadaran de ella y de sus hijos; quería recuperar a su marido. Unamuno la llevó largo tiempo en su bolsillo y ahí estaba cuando se produjo el incidente del Paraninfo. Por eso fue apuntando en su reverso las ideas que quería transmitir mientras escuchaba la intervención de Millán Astray. Ese pasaje está perfectamente reflejado en la película de Amenábar y, por ello, en los últimos meses esa carta que la Casa Museo custodia es la joya de la colección, el objeto por el que más se pregunta.
El arte impregna toda la vieja Rectoral merced a obras de artistas tan reconocidos y prestigiosos como Solana, Sorolla, Zuloaga, Vázquez Díaz, José Aguiar, Losada, Guido Caprotti, Gamonal, Moreto, Segura, Victorio Macho o Luis de Horna, que quisieron retratar al viejo rector. Sin embargo, un trozo de papel acapara todos los flashes como constatación de un instante de la historia de nuestro país que forma parte ya de la memoria colectiva. Por eso el cine también se ha hecho eco.
La directora de la Casa Museo explica que son muchos los visitantes que desconocían que se iban a topar con esa hoja manuscrita donde el rector tomó unas notas que han quedado para la posteridad. Otros, después de preguntar, se sienten como si hubieran hallado El Dorado. Tanto ellos como los que sí conocen lo que la Casa Museo Ofrece han reavivado una mitomanía que jamás se apagó del todo.