El patrimonio histórico cultural de las vías pecuarias ? 3
Lo primero que se percibe es que el ganado constituye el centro básico de sus intereses. El pastoreo del ganado conforma toda una línea estilística de vivir, sentir y pensar. En el centro de esa particular cosmovisión emerge el ganado como protagonista indiscutido, razón última que fundamenta la tipología vital de los pastores. Entre el pastor y su ganado surgen unas relaciones simbióticas. El pastor conoce a todas y cada una de las reses que inte- gran su rebaño, sabe describirías "con pelos y señales", les adjudica un nombre, humanizado casi siempre. Por su parte, el ganado reconoce y obedece a quien lo pastorea.
La pastoril es una cultura ecológica fuertemente ligada al medio físico de la dehesa, donde se desenvuelve la actividad pecuaria. Exhiben los ganaderos un conocimiento riguroso del relieve de la dehesa. Y de la flora y fauna, sobre la que desarrollan una visión interesada en función del beneficio o perjuicio que les proporciona. El tiempo no lo miden de forma convencional, sino que se rigen por los astros. Los cambios climáticos alcanzan un gran relieve en la mentalidad pastoril, pues en definitiva son los que determinan los movimientos por cañadas y cordeles.
El pastor adapta sus creencias religiosas a las necesidades de su medio ganadero. Tiene su propio devocionario pastoril, en el que están presentes nombres de santos vinculados a las fechas ritualizadas del calendario trashumante: San Juan, San Miguel, etc. Tampoco faltan advocaciones protectoras del ganado (San Antón, San Antonio de Padua), cristos y vírgenes famosos (Nuestra Señora de Guadalupe) o que ejercen patronazgo en lugares de donde son oriundos los pastores. En su devocionario ocupan un lugar muy especial aquellas advocaciones que se relacionan con sus preocupaciones más hondas. Así, para protegerse del mal de la rabia canina, los pastores castellanos, leoneses y extremeños han recurrido a una devoción mariana, Nuestra Señora de Valdejimena, "abogada contra la rabia", que tiene su santuario en tierras salmantinas, en el término de Horcajo Medianero.
Numerosas supersticiones invaden el mundo de las creencias pastoriles. De supersticiosas se deben calificar la mayor parte de las prácticas curativas, basadas muchas de ellas en la cruz cristiana y su poder simbólico. Una cruz cristiana en la puerta del chozo protege de los malos espíritus. La llamada "piedra del rayo" salvaguarda en las tormentas. Y una cabra absolutamente negra se convierte en el totem de la piara.