OPINIóN
Actualizado 28/01/2020
Luis Gutiérrez Barrio

Parece una contradicción, pero no lo creas, hay muchas personas que padecen de este inmovilismo cambiante. Hay mucho progre aborregado y mucho conservador que no conserva nada.

Te has fijado alguna vez, seguro que sí, ¿en esas tardes, cuando el verano empieza a despedirse, allá por las choperas que bordean el Tormes, esas inmensas bandadas de estorninos, que vuelan, o más bien danzan, buscando cobijo donde pasar la noche?

Pues bien, cada uno de esos estorninos es un ciudadano que vuela rodeado de otros ciudadanos y estos a su vez de otros y los otros de los otros? Todos piensan que vuelan en la dirección que quieren, directos al lugar de descanso, nada les perturba porque se ven seguros al estar rodeados de iguales que entre ellos se protegen, ninguno se atreve a salir de esa rígida formación, tienen pánico al exterior, al inhóspito lugar donde tienen que valerse por sí mismos, donde tienen que decidir, que pensar, que elegir; el inhóspito lugar donde reside la soñada y temida libertad.

Todos ellos prefieren volar acompañados de sus iguales, arropados por ideas ajenas que les han inculcado de tal forma, que piensan, sin dejar el más mínimo resquicio a la duda, que han sido gestadas por ellos mismos. Todos vuelan sin ser conscientes de los repentinos y contradictorios cambios que experimenta la manada, ora volando arriba, ora abajo, luego a la izquierda para de repente dar un brusco cambio a la derecha?.

Todo ello sin que los integrantes del bando sean conscientes de ello, pues siempre ven a los mismos y en las mismas posiciones. Bueno no todos son inconscientes, hay un pequeño grupo, que encabeza esa manada, que sí sabe lo que ocurre, ese pequeño grupo que vuela en cabeza es quien lleva a los demás allá donde ellos quieren y les interesa, esos pocos son los que dan esos cambiazos repentinos que tanta gracias hace a los que ven esa manada desde fuera, se ríen de ellos, los critican, los insultan, pretenden hacerles ver el error y lo manipulados que están? pero resulta que quienes les ven desde fuera, están inmersos en otra manada y ven el danzar de los otros, pero no ven el suyo propio.

Y así se pasan tarde tras tarde danzando todos, cada uno dentro de su manda sin darse cuenta de que todos ellos están siendo dirigidos por otros, que no siempre son los más competentes, ni buscan el bien general de la manada, sino que se sirven de la manada porque esta les hace fuertes, para buscar un buen lugar donde pasar la noche protegidos de las inclemencias del tiempo. Una vez encuentran ese lugar se posan en él, aseguran su bienestar y el de los suyos y el resto que se cobije donde pueda.

Al día siguiente todos entonaran bellos trinos de alabanza a sus líderes porque les han protegido durante la noche y les han obsequiado con un bello amanecer.

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