Hoy, día 25, fiesta de la Conversión de san Pablo, termina el Octavario por la Unidad.
Cada cristiano es un santo y un pecador como lo es la misma Iglesia. La Iglesia, como institución, ha cometido grandes errores a lo largo de los tiempos. Por esta razón conviene "confesar plenamente los pecados", dice Von Balthasar, que indica en la lista que exponemos a continuación los principales errores del pasado:
"Bautismos forzosos, tribunales de la Inquisición, autos de fe, noches de San Bartolomé, conquistas de continentes extranjeros a sangre y fuego para llevar, con motivo de una explotación brutal, el mensaje de la religión de la cruz y del amor, injerencias indeseadas y totalmente necias en problemas derivados del avance de la ciencia, bandos y excomuniones dictados por una autoridad espiritual que actúa y quiere ser reconocida como política? Acciones penosas sin fin".
Adriano VI fue el último pontífice que confesó los pecados de la Iglesia. Este último papa no italiano del Renacimiento intentó una reforma como respuesta al llamamiento de Lutero y admitió los "actos abominabilísimos" de los que eran responsables los pontífices que le precedieron y sus respectivas curias.
El papa Juan XXIII modificó dos oraciones que ofendían a hebreos y musulmanes. De la expresión "Pérfidos judíos" que se usaba en la liturgia hasta el 1960, se pasó a la de "Hermanos mayores".
La primera auténtica petición de perdón tras Adriano VI fue la de Pablo VI, que sirvió para abrir la segunda sesión del Vaticano II, en septiembre de 1963.
Ha sido el papa Juan Pablo II quien ha reconocido las culpas de la Iglesia o pedido perdón. En muchas ocasiones él ha utilizado la expresión "yo pido perdón".
Ojalá llegue el día, no muy lejano en que todos los cristianos estén unidos.