Todo el mundo quiere salvar al planeta. Me parece genial, aunque han esperado demasiado. La gente empieza a enterarse, y eso que la gente tarda siempre en enterarse. Pero parece que es bastante tarde. Y los gobiernos hablan y hablan. Porque los gobiernos y los negociantes solo piensan en sus ombligos de ahora mismo y nada más. Y el planeta se pudrirá y nos caerá el óxido desde las pupilas y nos quemará en los labios. Tipos deformes hablaremos unos con otros, intentaremos besarnos, y alguno intentará hablar de Rilke. Alguno se masturbará al lado de lagos calientes que suelten gases metamórficos.
Pero ya puestos, por qué no se les ocurre salvar al ser humano. Parece bastante amenazado y sin embargo no se enteran. La gente no se entera ni aunque le den con una barra de hierro en los testículos, o se entera cuando se ha perdido todo. Todas las cualidades humanas parece que van a perderse. Mecanizamos cada segundo de nuestras vidas y eso no es nada humano. Ni siquiera es propio de seres vivos, de insectos. No solo es la deshumanización, es la desvitalización. Lo mecanizamos todo, lo programamos todo, lo automatizamos todo. Daremos un beso todos los viernes por ordenador y le tocaremos los pechos a la mujer los domingos por ordenador.
Tenemos que declarar a Hacienda y hay que hablar con una máquina por internet. Tenemos que comprar un billete de metro y hay que trata con una máquina estúpida. Que como no funcione no te da más opciones. Tenemos que comunicar algo a la Telefónica, a cualquier empresa y nos sale una máquina. Ahora nos van a meter robots por todas partes y tendremos que tratar con máquinas muertas. No solo se acaba la Humanidad, se acaba la vida. Y nosotros contentos. Viva el fascismo tecnocrático.
ANTONIO COSTA GÓMEZ / Dick Conderoga, "A la tierra no se puede volver"