Crujen bajo los pies los sueños olvidados,
las penumbras,
las nubes no derramadas.
Cruje el silencio,
las auroras,
los recuerdos,
la piel que tirita
en el páramo sangrante
de las heridas.
Cruje la hiedra
que trepa entre los barrotes
de la silente ventana,
las guirnaldas que hace la noche
entre las ondas de pelo
de los árboles.
Cruje la tenue luz dorada
del amanecer,
las ramas que se desperezan
abriendo sus sueños
al sol.
Cruje
el satén de la sábana,
el atardecer dormido entre anhelos naranjas.
Cruje la lluvia
que cae sobre la escarcha
y deshace lo hecho por el viento.
Cruje la luz de las farolas
tendiéndose en un manto
de arreboles,
serpenteando jardines
entre fuentes de piedra,
como el agua helada.