SOCIEDAD
Actualizado 08/01/2020
Lydia González

En mi casa nunca hubo grandes lujos, nunca los he pedido y tampoco los he necesitado; lo que sí tenía junto a los zapatos eran sentimientos y agradecimiento por los regalos que con sacrificio habían comprado mis padres. Ahora que la carta ha quedado apartada a un lado y todos compramos para todos, yo sigo en la línea de la sencillez y el detalle de preparar algo con ilusión y saber que otro alguien también ha pensado en mí.

Ahora parece que si no lo publicas en Instagram no te hace ilusión, solo te llenas cuando los demás ven todo lo que tienes y ni si quiera le prestas atención porque lo primero y más importante para ti es coger el móvil y hacer una ?story?, controlar quién ve tu supuesta felicidad.

¿Por qué estamos tan pendientes de llenar el escaparate de Instagram para los demás que no somos capaces de ser felices sin depender del resto? Nos importan tanto las visualizaciones y los likes que no vemos lo bonito del mundo real, la vida misma.

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