OPINIóN
Actualizado 05/01/2020
Carlos Javier Salgado Fuentes

El final de 2019 ha venido marcado en estas latitudes por la petición realizada desde varios ayuntamientos de la provincia de León, de que las provincias de Salamanca, Zamora y León puedan conformar una comunidad autónoma dentro del marco constitucional español.

Fue el pasado 27 de diciembre cuando se inició este camino autonomista, al aprobar el pleno de la ciudad de León una moción, mediante la que se reclamaba un mecanismo legal por el que la Región Leonesa pueda ejecutar el derecho a conformarse en comunidad autónoma que le confiere el artículo 2 de la Constitución.

Una petición que, si bien solicita la fijación de unos condicionantes legales para tener la posibilidad de desarrollar ese derecho como región (dado que el mecanismo recogido por el Título VIII de la Constitución ya no sería válido para el caso leonés, según señaló el TC en su sentencia 89/1984), debería ser introducido en el Estatuto de autonomía mediante una disposición, cuya activación daría paso a que las provincias de Salamanca, Zamora y León se posicionasen al respecto, decidiendo la creación o no de la comunidad autónoma de la Región Leonesa.

Por ahora, a esta propuesta autonómica se han sumado ya varios ayuntamientos, como Santa María del Páramo, Cuadros, Matadeón de los Oteros, Valderrey, Crémenes, Cabrillanes o Castrocontrigo, y para cuyo apoyo ya se ha anunciado que se registrarán propuestas desde grupos municipales en otros de cierta entidad como Cacabelos, Villafranca del Bierzo, San Andrés del Rabanedo, Villaquilambre, Torre del Bierzo o Valverde de la Virgen, donde se debatirán en próximos plenos municipales.

Una petición que está contando con el respaldo de concejales de distinto signo y, si en el consistorio legionense contó con el apoyo de UPL, PSOE y Podemos, en otros contó con el apoyo de PP o C's, así como de grupos locales o provinciales, caso de los municipalistas de Cuadros y de San Justo de la Vega, o la formación Ciudadanos Rurales Agrupados (CRA), que planteó la iniciativa en Valderrey, sacándola adelante.

Por ello, las maquinarias de los grandes partidos han comenzado a trabajar, filtrándose a la prensa las advertencias que PP y PSOE han hecho a sus concejales en León si apoyan una autonomía de la Región Leonesa en pleno, que podría acarrearles una apertura de expediente.

Este hecho no ha evitado que, pese a dichas advertencias, importantes figuras del PP leonés, como el exsenador Luis Aznar, o Inés Prada, miembro del comité ejecutivo provincial del PP en León, hayan salido a la palestra a pedir "amplitud de miras" a la dirección nacional popular en este asunto, reclamando que sean los leoneses los que directamente se posicionen sobre si quieren una autonomía propia para la Región Leonesa.

Un camino en el que han recordado la figura de Juan Morano, que fuera alcalde de León por los populares (entonces aún Alianza Popular), que llegó a encabezar en 1984 una gran manifestación por la autonomía, al cual también recordaba hace unos días en Onda Cero el periodista Fernando Ónega al abordar esta cuestión, afirmando que "si algún territorio tiene derecho histórico a la autonomía ese es León".

Asimismo, en la orilla socialista las fronteras también bajan revueltas en este asunto, ya que el alcalde legionense, José Antonio Díez, no se ha plegado a las directrices autonómicas que le pedían abandonar esta reivindicación, a la cual, haciendo también caso omiso de la petición de Tudanca, se ha sumado esta semana la alcaldesa socialista de Urdiales del Páramo, que ha hecho público que presentará una moción en el pleno de su ayuntamiento, en la cual defenderá y apoyará la autonomía de la Región Leonesa, señalando a su partido que no le pueden expedientar por reclamar algo que es constitucional y legítimo.

Entretanto, en Zamora y Salamanca la palabra que mejor describiría la reacción ante esta cuestión por los políticos sería "cautela". No ha habido palabras grandilocuentes ni a favor ni en contra por dirigentes ni del PP ni del PSOE salmantino y zamorano, limitándose a acudir al recurso de que "hay cosas más importantes de las que preocuparse", que no deja de ser una manera de escaquearse de dar una posición clara y rotunda.

En este sentido, vienen a la cabeza las palabras de quien fuera alcalde de Salamanca por el PSOE, Jesús Málaga, que señalaba en sus memorias que "Un popurrí de provincias de los antiguos reinos de Castilla y de León conformó, para bien de Valladolid, una comunidad extensa, despoblada y desvertebrada. Defendí entonces la comunidad de León con Zamora y Salamanca. Otro gallo nos hubiera cantado, pero los intereses vallisoletanos pudieron sobre los demás."

Asimismo, en las filas populares también cabe recordar las declaraciones del fundador del partido, Manuel Fraga, que recogía El Adelanto a finales de septiembre de 1982 cuando en una visita a Salamanca declaró tener "simpatía hacia una posible formación de una autonomía del Reino Leonés". Una posición similar a la del senador Gil Nieto, que recogía el mismo periódico el 30 de octubre de 1982, señalando que "el recién elegido senador salmantino Gil Nieto declaró que el ente preautonómico no había funcionado y que no había que desechar la idea de formar una autonomía del Reino de León".

Tres décadas después, y a pesar del desastre socioeconómico que ha supuesto el periodo en Castilla y León para la Región Leonesa, los grandes partidos parecen haberse olvidado en tierras salmantinas de quienes desde sus filas solicitaban una autonomía propia de Salamanca, Zamora y León. O quizá no se han olvidado, pero falta coraje para decir ciertas cosas, empezando por reconocer que a nuestras provincias no les va bien en el actual marco autonómico, debiendo asumirse algún tipo de responsabilidad y dar algún tipo de paso para que algo cambie, pues no podemos seguir por la misma senda.

Por ello, resulta llamativo que dichos partidos hayan querido zanjar el debate simplemente bajo amenaza a sus concejales, acusando el PP a la iniciativa de ser una estrategia de la izquierda para desestabilizar el país (sin mencionar que ha habido concejales de PP o C's que han votado a favor de la autonomía leonesa), y a su vez la dirección autonómica del PSOE acusando al PP de ser el causante de que haya malestar en parte de la sociedad leonesa por su encuadre autonómico, reduciéndolo a la simpleza de que están descontentos por las políticas del PP en la Junta.

Pero resulta que el asunto es mucho más profundo, y no han explicado por qué La Rioja o Madrid, sin haber sido regiones, accedieron a ser comunidad autónoma, y por qué la Región Leonesa, siéndolo cuando se aprobó la Constitución, se vio privada de ejercer dicho derecho. Es decir, una región histórica triprovincial no podría ser autonomía según dicho posicionamiento oficialista, pero varias provincias no regiones sí pueden serlo. Que lo expliquen mejor, porque cuesta entenderlo.

Y en medio de este batiburrillo no han faltado también quienes han reclamado que se supriman todas las comunidades autónomas, aunque para ello haría falta una reforma constitucional de gran calado, con aprobación por mayoría cualificada por el Congreso y Senado actual, disolución de las cámaras, nueva aprobación por mayoría cualificada en Congreso y Senado que saliesen de dichas elecciones, y posterior aprobación por el pueblo español en referéndum, algo que parece mucho más improbable que la posibilidad de que se cree una autonomía de la Región Leonesa.

No obstante, parece que el recurso al fin de las autonomías es el argumento más manido para quienes, faroles aparte, en realidad defienden que todo siga igual y que Castilla y León sigan siendo una misma autonomía per secula seculorum, aunque con ello puedan acabar sin futuro León y Castilla, dos de las regiones más históricas de España, que registran una evolución lamentable desde su inserción en la autonomía birregional de Castilla y León, que no está sirviendo ni a leoneses ni a castellanos para su desarrollo.

En las próximas semanas y meses veremos cómo evoluciona la cuestión y si no toca acabar repartiéndose los funcionarios autonómicos de la Junta entre León y Castilla, con Salamanca albergando algunas consejerías de una autonomía leonesa que, dicho sea de paso, o se construye sobre un reparto de sedes entre las tres provincias, o no tendrá visos de darse.

Por lo pronto, no estaría de más que en Valladolid fuesen agrupando en las Consejerías de Educación y de Cultura y Turismo los expedientes de Salamanca, Zamora y León, no siendo que en unos meses nos los tengan que traer a Salamanca como sede de dichas consejerías en una autonomía leonesa.

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