OPINIóN
Actualizado 29/12/2019
Fernando Saldaña

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¿Cuántos sueldos? ¿Cuántos salarios vitalicios? ¿Cuánto derroche?

Esas eran las preguntas que flotaban en el aire cuando entré ayer en el bar de Emilio.

Jorge, contertulio habitual de rondas de vino de Toro en el bar de Emilio, estaba quemado y nos lo hacía saber. Jorge no se explica cómo es posible que te despidan en cualquier empresa si tu rendimiento no cumple los objetivos mínimos, pero que no pase nada por tener decenas de parásitos chupando de un bote que llenamos los españoles con esfuerzo, con sacrificio.

Ahí está, dice Jorge, el Parlamento sin hacer nada, sin función, sin trabajo. Y, encima, añade con sorna, con peor olor desde que entraron los escindidos del PP, cuya única misión parece ser torpedear lo que había e impedir que se hagan cosas nuevas? Que lo suyo no es novedad, sino retroceso.

¿Cuántos sueldos? ¿Cuántos salarios vitalicios? ¿Cuánto derroche? Me persiguieron las preguntas por la calle cuando iba camino de casa.

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