OPINIóN
Actualizado 29/12/2019
José Luis Puerto

Hagamos un guiño y tomemos prestado el título de otro ?La enfermedad y sus metáforas?, de nuestra admirada Susan Sontag, la ensayista y escritora norteamericana, que ha analizado con gran lucidez siempre nuestro tiempo y nuestras sociedades.

La primera metáfora sería la de los ataques, desde tantos flancos, que defienden otros tantos intereses, al diálogo, para que haya acuerdos y se forme gobierno, para que se puedan, así, aplicar políticas para este tiempo, marcado ?como escuchábamos de madrugada en la radio? por la desigualdad, la precariedad laboral y la pobreza.

Otra metáfora es la del encarecimiento de los alquileres de las viviendas, desregulados, por las nubes, de tal manera que, con los salarios que se perciben, es imposible acceder a ellos; de ahí que los hijos tengan que seguir viviendo con los padres, que, de ese modo, actúan de colchón, amortiguando la precariedad; lo mismo que otro colchón lo constituyen las pensiones de los abuelos, para paliar todas las necesidades de hijos y nietos.

Eso sí, nuestras ciudades se vuelven a convertir en bosques de grúas de la construcción, que parece estar de nuevo poniéndose en funcionamiento, como si no supiéramos hacer otra cosa; con el peligro de que terminemos con otra burbuja inmobiliaria que nos explote a todos, algo de lo que nuestras sociedades ya tienen experiencia.

Y ese hiato entre el derecho de los ciudadanos a una vivienda digna, que recoge nuestra constitución, y lo imposible del precio de los alquileres y el encarecimiento de nuevo de las viviendas? vuelve a aparecer en nuestro horizonte.

Como también tenemos ahí esa problemática de los inmigrantes, de los que se ahogan en el Mediterráneo o en el Atlántico, de los niños y adolescentes que llegan, solos y desamparados, sin familia alguna?, como otra metáfora que sangra y a la que no atendemos como se debiera.

O la del calentamiento global y cambio climático, a la que no queremos hacer ni caso, pese a tantos congresos y encuentros, porque los intereses económicos y productivos de distintos países no están dispuestos a sacrificarse por nada. Una metáfora que está hablando de la agonía de nuestro planeta; aunque parece que nos da a todos igual el vivir en un planeta agonizante, que acaso esté ?aunque no queramos creerlo? dando sus últimas boqueadas.

La enumeración sería muchísimo más larga; se convertiría en un rosario interminable, de tantos misterios que tiene; como aquellos, dilatadísimos, que rezaban nuestras madres en grupo, con los niños dando guerra a su alrededor, buscando un final imposible.

La actualidad y sus metáforas. Es como si el barco se estuviera hundiendo, ante la indiferencia de todos, que estamos en el baile, gritando alborozados, con gran excitación: ?¡Viva la fiesta!

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