Nuestras leyes se han relajado en lo que a sanciones por inmoralidad se refiere. Amparados en la libertad de expresión, determinados de colectivos, omiten las buenas formas y el respeto que exige la buena convivencia. De esta forma, dejan de ser reprobables conductas que, a fuerza de repetirse, se convierten en modas absurdas.
Manuel Lamas