OPINIóN
Actualizado 26/12/2019
Antonio Costa Gómez

¿POR QUÉ NO QUIEREN MISTERIOS?

La vida consiste en el misterio, en la sorpresa, en que nada se reduzca a fórmulas. En que nada esté controlado, todo sea creativo sin fin. En la libertad interior, en la imaginación. Pero el hombre moderno lo quiere todo claro y ordenado. Lo quiere controlar todo, no quiere que se le escape nada. Y si se le escapa dice que no existe.

El tecnócrata quiere esquematizarlo todo, quiere meterlo todo en sus croquis. En realidad lo quieren todos los científicos mecanicistas desde Buffon. Clasifican las cosas y nada se puede escapar de sus clases. La ciencia mecanicista dicta leyes y órdenes sobre la naturaleza como el general sobre una población ocupada.

Pero la vida no cabe en reglas ni leyes, sorprende continuamente. La vida es creatividad constante, es libertad misteriosa. La vida es paradoja y contradicción y desafío de la lógica. En realidad la lógica siempre fue una cárcel. Así lo vio el poeta Patrick Kavanagh : por un agujero en el techo de la razón empieza el conocimiento. Así lo vieron Dostoyevsky y Bergson y Nietzsche y tantos lúcidos. E incluso Henry Miller y toda la literatura. Nunca los académicos que lo quieren todo ordenado y obediente. Todo metido en fórmulas.

Por eso los tecnócratas no quieren misterio. Todo debe estar regulado y clasificado, todo debe ser gris y aburrido. La realidad obediente igual que los ciudadanos en las dictaduras fascistas. A veces los fantasmas desobedecen, o los poetas. A veces los ojos de cualquiera, en un momento de descuido, ven lo que está prohibido, ven el misterio. Pero tiene que callarse. La tecnocracia manda, el mecanicismo manda. De todos modos, eso es como la ley seca en Estados Unidos. El alcohol puede estar prohibido, pero hay más borrachos que nunca en los sótanos.

ANTONIO COSTA GÓMEZ, ESCRITOR Consuelo de Arco: Misterio en Salzburgo

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