Hoy es el día de la lotería y la mayor parte del telediario era dedicado a historias de los agraciados.
Hablando con mis hijas veíamos que nosotros ya teníamos muchas cosas de las que iban a comprar los afortunados.
El verdadero espíritu navideño del nacimiento de Jesús significa un renacer cada año, una apertura despierta a la esperanza. Me sale mirar el trimestre y el esfuerzo que hemos hecho para aportar algún granito de arena a la igualdad de oportunidades de los más desfavorecidos.
Me salen muchos nombres de chicos de Santiago Uno y del equipo dispuesto a crecer para los chicos.
Recuerdo de este verano Nazaret y Belén en Cisjordania. Recuerdo los paseos con mi familia por Jerusalén, los grafitis de Bansky y las diferencias sociales a uno y otro lado del muro. Quiero recordar la concordia entre ciudadanos de religiones y razas diferencias, no la siembra de rencores que no es buena para nadie.
Recuerdo las muchas discusiones sobre política o toma de decisiones, supongo que serán parte del camino y la lucha en la que convertimos nuestra vida en busca o siguiendo unos supuestos ideales.
Cambio climático, desigualdad de oportunidades para los niños, España vaciada. Estos son algunos de los temas prioritarios que debemos abordar urgentemente en nuestro día a día. No es cuestión de hablar o crear bandos es poder demostrar cambios de hábitos reales.
Como siempre los que nos dedicamos a la educación seguimos explorando cómo llegar a aquellos que no conseguimos ayudar a motivar para cuidarse y estudiar para su futuro sin enredarse en las drogas o trampas difícilmente irreversibles.
Por más años que llevamos dedicados nunca sabemos lo suficiente y por supuesto seguiremos intentando aprender para llegar a alguno más.
Me reafirmo en las ideas acumuladas durante años de docencia y como educador. Nos empeñamos más a veces con los que lo ponen más difícil, estos hijos pródigos nos someten a pruebas que no permiten aprendizajes útiles para los demás.
Nunca se debe dar por perdido un niño, como no se da por perdido un hijo. En mi experiencia la mezcla con personas de diferentes culturas, religiones y razas siempre ha enriquecido a mi familia.
Cuando tus hijas se contagian de este espíritu y una te dice que se va a un hospital de Ecuador te enorgullece, pero te saltan todas las alarmas y miedos que nos surgen a los que somos padres y educadores.Espero que queden menos profesores que se enorgullezcan de sus suspensos para Navidad.