OPINIóN
Actualizado 20/12/2019
Alfredo Pérez Alencart

Ladeira, Martins, Raimundo, Castelo y Carvalhino

La música, el cántico?. magnos estados de gracia del espíritu y de la pericia de los cantantes que prestan su voz para las palabras propias y ajenas; también la destreza de los maestros que tocan instrumentos para ofrecer a los simples mortales inolvidables instantes inagotables, vuelos únicos más allá de la menguante realidad que estalla a quemarropa y del ruido que irrumpe a diario en nuestras vidas.

Escuchaba a un quinteto portugués y todo alrededor rezumaba consagración a la Música: respirar y latir mientras uno cierra los ojos y siente y escucha las potestades que ordeñan hasta el último fulgor de los sentidos, todos abiertos hasta la raíz, midiendo el universo que deja la hermosura interpretada. Era el 19 de octubre pasado y estaba en Castelo Branco, capital de la Beira Baixa portuguesa: ante un público entregado ofrecían su arte la cantante Ana Paula Gonçalves y los músicos Custódio Castelo, José Raimundo, Miguel Carvalhinho y Pedro Ladeira.

Yo recordaba las otras tres ocasiones en que había tenido el privilegio de entrañar, en lo más profundo del alma y la memoria, sus denodados sones, prudentes y enfebrecidos fados que responden a la nostalgia y a los sueños tejidos de relámpagos del pueblo lusitano. Ana Paula es una auténtica Dama de la Canción: ella empuña la vida en sus labios y agita las palabras con cierta ternura para que así todos podamos sosegarnos en una felicidad profunda. ¿Y qué de los dedos del maestro Custódio Castelo? Casi divinos los acordes que vendimia de su guitarra; perdurables las composiciones que escribe en el pentagrama: sorprende el ardiente aluvión de armonías que manan y se expanden por los aires hasta llegar a nuestros oídos; sorprende la auténtica pasión con la que se entrega hasta hallar la salida: su música enciende mansedumbres y, meticulosamente, nos resucita el espíritu atrofiado. Así podría seguir reseñando la maestría de José Raimundo con las teclas del piano; Miguel Carvalhinho con la guitarra de ocho cuerdas y Pedro Ladeira con el clarinete?

Un quinteto admirable y eso que tan solo llevan dos años en sus presentaciones conjuntas: verlos y oírlos es una delicia, es una de las formas que adoptan las alas palpitantes de la música, esas alas que te hacen subir más alto, que te alzan en vilo, que te ofrendan rotundos banquetes o antiguos encantamientos. Los cinco merecen mi aplauso por todo lo dicho, y también porque han sabido acercarse a los poetas para procrear más música: allí están sus incuestionables interpretaciones de textos de Joao Roiz de Castelo Branco, Eugénio de Andrade o de António Salvado, por citar a tres notables autores de su región.

Los escuché por vez primera hace casi dos años. Luego se presentaron en el Teatro Liceo de Salamanca, dentro de los Encuentros de Poetas Iberoamericanos. La tercera vez fue cuando se falló el I Premio Internacional de Poesía António Salvado-Ciudad de Castelo Branco. Y esta cuarta oportunidad, tan reciente, dentro de "ROIZ - Encontro de Música e Poesia Luso-Hispano- Americano", el mismo que congregó a poetas de Portugal, España, Puerto Rico, México, Perú y Costa Rica.

Y como los admiro, escribo sobre ellos, y vuelvo a aplaudirles.

Custódio Castelo

Ana Paula Martins

Actuación en Castelo Branco, dentro del encuentro ROIZ de poesía y música Luso-Hispano-Americana

Fotos Baira Baixa TV

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