OPINIóN
Actualizado 09/12/2019
María Jesús Sánchez Oliva

Bajo el paraguas de la Constitución del 78 España ha vivido el periodo más largo de su historia en paz, estabilidad, progreso y lo más importante aunque no todos los ciudadanos parecemos dispuestos a querer valorarlo: en libertad. Contamos con todos los recursos y medios para seguir avanzando, pero nuestros políticos, los de un lado y los del otro, se han dedicado a traicionarla y su 41 cumpleaños ha tenido que celebrarlo como el Gobierno: en funciones.

Atrás quedan aquellos años en los que podía celebrar sus cumpleaños entre parabienes y aplausos por parte de todos. Sabía que los políticos de entonces no eran mejores que los de ahora, de hecho de aquellos lodos vienen estos barros, pero gracias a nuestra entrada en la Comunidad Europea disponían de dinero para sus vergonzosos fines y para ganar votos haciéndonos creer que éramos ricos y que nuestro futuro en sus manos estaba asegurado, y aunque mucho le dolía el engaño tenía la esperanza de que algún día nos daríamos cuenta de la realidad y cambiando de partido en el poder con nuestro voto cambiarían las cosas.

Se equivocó, como nos equivocamos todos, los cambios de partidos solo han servido para que haya tenido que celebrar su 41 cumpleaños con un gobierno en funciones, en un país paralizado, rodeada de políticos presos y fugados que la desprecian, pero que siguen viviendo a costa de ella, con sueldos millonarios y no pocos privilegios, de exgobernantes corruptos que al cabo de tantos años, en lugar de ser condenados por los tribunales a devolver en euros y con intereses lo que empezaron robando en pesetas, han sido condenados a no ejercer cargos públicos cuando ya ni pueden con los zapatos ni tienen el carné del partido que tantos abusos les permitió y de ciudadanos tan perdidos, tan manipulados y tan indignados que para castigar al resto de los partidos deciden castigarse votando a Vox. ¿Puede celebrarse un cumpleaños más triste?? Esperemos, por el bien de todos, que entre tanto desastre todavía quede algún resquicio de cordura y nuestros políticos entiendan que negociar es ceder, no imponer, exigir, ignorarla en definitiva, que gobernar es defender los derechos de los ciudadanos, no intereses personales, que trabajar es unir a los ciudadanos, no dividirlos para ganar sucias batallas, y el próximo año nuestra querida Constitución pueda celebrar su 42 aniversario con más razones para alegrarse que las que ha tenido este año.

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