OPINIóN
Actualizado 03/12/2019
Antonio Matilla

Con la palabra "caridad" pasa como con otras muchas palabras del acervo cristiano y católico: que no se entienden, o se banalizan, o se tergiversan hasta el punto de que ya no las conoce ni la madre que las parió, o sea, la Iglesia, que fue quien las dio a luz.

Caridad viene a significar, para muchos, echar una manita, dar de lo que nos sobra, paliar un poco las necesidades de los más pobres, pero sin hacer justicia, sin ir al fondo, sin cambiar las estructuras injustas ("Estructuras de pecado" dijo San Juan Pablo II). La izquierda, incluso, llegó a contraponer caridad y justicia, apostando claramente por esta última.

Otra palabra cristiana violentada, emputecida (sinónimo de prostituida, reconocido por la RAE en su Diccionario) es el sustantivo Escatología y su adjetivo escatológico, que puede significar al menos tres cosas: lo referente a los tiempos definitivos, todo lo relacionado con la "vida de ultratumba", o también colección de mierdas, cacas y cosas sucias. Pero con la Teología y la Espiritualidad cristianas pasa como con la Aspirina, que la "patente" tiene más de 75 años de antigüedad y, por lo tanto, cada uno es libre de fabricarla, o sea, interpretarla como quiera o le pete. El Diccionario de la RAE reconoce la legitimidad de uso de todas esas acepciones.

En mi opinión, la palabra caridad tiene que ver con amor, amor a Dios o "en la esfera de Dios", tal como lo plantea el Evangelio en el sentido de amar a uno mismo, al prójimo, a los pobres, a los pecadores, incluso a los enemigos, que vendrían a ser, todas ellas, formas de amor que delimitan la prueba del nueve de la fe cristiana, que debe ser encarnada, indisolublemente pegada a la vida, de modo que la esencia del Cristianismo se define por el ejercicio práctico de esas formas de amor.

Las raíces espirituales de la caridad política están en el Antiguo Testamento, sobre todo en los Profetas y en el Nuevo Testamento, que comienza con el Evangelio tetramorfo (Mateo, Marcos, Lucas y Juan). Los escritores cristianos que siguieron la estela del Nuevo Testamento, tanto en Oriente como en Occidente, los llamados Padres de la Iglesia, continuaron regando y abonando esas raíces. Todos los grandes teólogos de todas las épocas han seguido cultivando ese huerto. Son tantos y despliegan una riqueza tal que es imposible ni siquiera nombrarlos a todos.

Más importantes que los teólogos fueron los santos y los mártires, que desplegaron testimonios de vida de los que todavía nos nutrimos. Con esto quiero decir que esto de la caridad política es un territorio en gran medida desconocido dentro de un Continente descubierto pero inexplorado: la Doctrina Social de la Iglesia.

Entre los católicos suele hablarse mucho del Magisterio de los Papas, aunque estos, las más de las veces, lo que hacen es recoger la sensibilidad social, teológica, espiritual y vital de todo el maremágnum de la Iglesia de su época. El primero que utilizó la expresión "caridad política" debió ser Pío XI cuando Mussolini le acusó de exceder los límites del apostolado al incidir en la política: "El campo político abarca los intereses de la sociedad entera; y en este sentido, es el campo de la más vasta caridad, de la caridad política, de la caridad de la sociedad", aclaró el Papa el 18 de diciembre de 1927.

Después de él, todos los Papas han colaborado, de diversas formas, al desarrollo de la Doctrina Social de la Iglesia. Los obispos también, especialmente durante los debates y votaciones del Concilio vaticano II y de los Sínodos de los Obispos; el último de ellos, el dedicado a la Amazonía, ha insistido en la dimensión ecológica de esa caridad política.

También los laicos cristianos han destacado. Bueno, en realidad ellos son los mayores y más directos protagonistas en este campo. Pondré solo tres ejemplos de caridad política ejercida por los laicos:

- el rey Fernando III fue canonizado en gran medida por el ejercicio de la caridad política, tanto en la paz como en la guerra. Así nos lo hizo ver el viernes pasado la profesora Puri Álvarez Hernández en su magnífica conferencia en la capilla de Santa Catalina de nuestra Catedral.

- los fundadores de la Unión Europea (Adenauer, De Gasperi, Schumann, Spaak, Monet, etc?) tuvieron muy en cuenta los principios cristianos a la hora de construir Europa para que en ella no volvieran a repetirse las guerras que nos habían destrozado a lo largo de siglos.

- en mi parroquia, durante mi adolescencia, pude ver con mis propios ojos, oír con los oídos y vivir con mi corazón cómo un párroco ?cura- y un Presidente de la Junta Parroquial ?laico casado y padre-, que habían militado en bandos políticos opuestos y enfrentados, lucharon codo a codo para implantar el Reino de Dios en mi barrio, dando un testimonio de reconciliación y amistad verdadera al servicio del bien común. De todo lo cual doy fe.

Creo que habrá que seguir con este tema de la caridad política. Está todavía muy verde?Porque apenas me he asomado al ejercicio de la caridad política en la capital y provincia de Salamanca durante los últimos ciento veinticinco años?

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