Representación en el Liceo de ‘No te doy mis ojos’, del IES Mateo Hernández. Foto: Carmen Borrego
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CULTURA
Actualizado 25/11/2019
Charo Alonso

El grupo de teatro dirigido por Pablo Málaga e integrado por 22 alumnos del instituto situado en el barrio Garrido hace una valiente defensa de la mujer el Teatro Liceo

Orgullo. Esa es la palabra que a todos nos recorría, con un escalofrío de pena, tras la representación en el emblemático Teatro Liceo de 'No te doy mis ojos', la obra escrita y protagonizada por 22 alumnos del IES Mateo Hernández y elegida para formar parte del programa de actos del Día Internacional para la eliminación de la violencia contra la mujer. Orgullo.

Orgullo de estar entre los actos programados por el Ayuntamiento de Salamanca, la Junta de Castilla y León y la Universidad de Salamanca que culminaron con la lectura del Manifiesto contra la Violencia de Género leído en la Plaza Mayor y seguido de un minuto de silencio y de la actuación del Coro de AFRIBROSAL (Asociación de Fribromialgia y Fatiga Crónica de Salamanca). Orgullo al sentir que las instituciones están ahí, presentes ?la llegada de la teniente alcalde del ayuntamiento salmantino y la presencia de los inspectores de la Dirección General de Educación lo probaron- en uno de los actos más emotivos de este Día Internacional que en Salamanca tuvo un eco escénico muy especial: el de 22 chicos y chicas alzando valientemente su voz contra la violencia de género.

El montaje de Pablo Málaga, tan sencillo en decorado y atrezzo como efectivo, partió de textos de los propios alumnos que, sin ningún tipo de cortapisas, hablaron del control en la pareja, de la muerte de las mujeres a manos de sus compañeros o ex compañeros, del papel de la publicidad de la música de reggetton, de la culpabilidad de la mujer violada y asesinada, de la violencia doméstica, el piropo ofensivo, las estadísticas, los cllchés machistas del lenguaje diario, los matrimonios forzados y la prostitución en uno de los fragmentos más dolorosos y emotivos de la obra. Una obra en la que el director ha sabido alternar los episodios trágicos y los cómicos en un montaje perfectamente medido en el que todos los participantes tienen su protagonismo, todos están implicados y todos se atreven, con su lenguaje y sus modismos, a mostrar una realidad tan sangrante como incómoda.

Porque no hay nada incómodo que el teatro social de Pablo Málaga no haga saber. Por eso sus actrices piden al público hilo y botón para "empoderarse", hablan sin tapujos de sexo y hacen un descarnado repaso a las mayores lacras. Cuando la muchacha muerta le dice a su madre que no escuche a quien le dice que le ha sucedido esto por ir sola por la calle a deshoras, está hablándono a cada uno de nosotros, aquellos que miramos para otro lado cuando aceptamos una situación inaguantable que nuestros alumnos del IES Mateo Hernández, han sabido verbalizar, expresar y, gracias al trabajo y a la valentía de su director, Pablo Málaga, han sabido subir a las tablas.

Y no a cualquier escenario. El Liceo es el teatro más hermoso de Salamanca. Un lujo para cualquier compañía y más para un grupo de alumnos de secundaria que llenan de risas los camerinos, bajan y suben, ocupan el escenario ocultando la impresión inmensa que les producen las butacas vacías de público, las luces, el techo pintado, la araña de cristal. Entre bambalinas, los muros del convento que siguen en pie, sobrecogen. Sin embargo ellos ríen, se prestan a un último ensayo, escuchan a Pablo, guardan sus nervios y se disponen a seguir desgranando las cifras de la desdicha.

Cifras que estremecen, como estremece que nuestros jóvenes sean ahora los principales continuadores de esta cadena de abuso y sumisión sobre todo a través de las redes sociales y del consumo de pornografía a través de internet. Porque las cifras son las que son. Mi hija, una más de estos alumnos nuestros de los que tan orgullosos estamos, nació en el año en el que empezaron a contarse las víctimas. Desde el 2003 hasta ahora, ha habido 1027 mujeres muertas a manos de sus parejas o ex parejas. Si no es un genocidio, no sé cómo llamarlo. Incluso este día tan señalado, una mujer ha perdido la vida en Tenerife, cruel paradoja. Vidas truncadas, experiencias de todas tenemos al sentir miedo al volver a casa, sea cual sea nuestra edad o condición. Mujeres que sentimos la presión de una sociedad machista que, constantemente, nos recuerda nuestro papel secundario y sumiso en una sociedad que se niega a cambiar. Mujeres jóvenes, hermosas, sometidas a la presión psicológica, física de un patriarcado que se resiste a perder sus prerrogativas.

Qué valientes son nuestros chicos del Mateo? por eso ríen, ocupan los espacios sagrados de la cultura salmantina, los hacen suyos, los adornan de su talento, su frescura, su seguridad. Y no podemos por menos de aplaudirles, mirarles, felicitarles, decirles una y otra vez que sus profesores, su equipo directivo, sus padres, sus amigos, la ciudad entera está orgullosa de ellos. Porque no hay ningún arma para evitar esta lacra que no pase por la educación, la concienciación de los más jóvenes que tienen que aprender a vivir de otra manera. A vivir libres, sin miedo, sin desconocimiento. De ahí el valor de esta obra que nos hace llorar, reír, admirar, aplaudir, y sobre todo, sentir que estamos todos ahí: las instituciones que han tenido el acierto de elegir esta obra para celebrar este día infausto; Pablo Málaga con su talento y su generosidad a la hora de captar lo que les preocupa a estos chicos, verdaderos protagonistas, valientes y osados para encarnar lo más trágico, lo más doloroso de una sociedad enferma que tiene cura. Y la cura son ellos. Permítanme que me sienta absolutamente orgullosa de nuestros chicos del Mateo. Porque serán ellos quienes acaben con todo esto. Ellos con su dolorosa valentía, ellos, con su valiente alegría.

Charo Alonso

Fotografías: Carmen Borrego

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