OPINIóN
Actualizado 24/11/2019
Carlos Javier Salgado Fuentes

Por fin llegó la sentencia judicial de los EREs de Andalucía, y lo hizo evidenciando que se habían dado prácticas corruptas en dicha autonomía, en el periodo de gobierno de Chaves y Griñán, predecesores de la posterior presidenta Susana Díaz, hoy jefa de la oposición en el parlamento autonómico, que se ha librado de la quema en la causa judicial.

Por otro lado, a nadie ha sorprendido en demasía la sentencia, pues a lo largo de los últimos años ya habían ido saliendo con cuentagotas diversos detalles del caso, y cómo se habían destinado ingentes cantidades de dinero público de su objetivo (nada más y nada menos que 680 millones de euros), para pagar comilonas, volquetes y otras prebendas al consejero o los amigos de turno.

Sin embargo, no parece que se haya revuelto demasiado el gallinero dentro del partido directamente implicado en el caso, el PSOE, donde ni la jefa autonómica, Susana Díaz, ni la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, que formaron parte de los gobiernos andaluces implicados en el caso, han hecho ningún gesto de crítica.

Tampoco ha habido declaraciones tajantes por parte del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de quien se podía esperar bastante más en este sentido, si tenemos en cuenta lo crítico que ha sido en los últimos años con la corrupción del PP, que de hecho le posibilitó llegar a la Moncloa tras la sentencia del caso Gürtel.

Asimismo, tampoco ha habido hostilidad por parte de Unidas Podemos, que ha acabado achacando la corrupción de los EREs a unas prácticas extendidas en la España de la época, cuando en otros casos lo enlazaba a la ideología.

En un sentido parecido, pero esta vez opuesto, se ha movido la derecha, que ha cargado con fuerza contra el PSOE por la corrupción del caso EREs, una intensa crítica que se echaba en falta cuando los casos de corrupción que salían a la luz eran los del Partido Popular (PP).

Y es que, parece que para los principales partidos, la corrupción es en realidad algo que solo debe criticarse si afecta al de la orilla ideológica opuesta, y no cuando afecta a uno mismo. Así, el PP sólo crítica la corrupción del PSOE, y mira hacia el otro lado cuando las prácticas ilícitas las llevan a cabo los suyos, y paralelamente, el PSOE sólo critica la corrupción cuando afecta al PP, y no cuando es llevada a cabo por cargos de su partido.

En definitiva, es un hecho bastante lamentable que solo se critique la corrupción del otro, si tenemos en cuenta que ese tipo de prácticas perjudican a toda España como país, y es un robo a todos los españoles, sean de izquierdas, de derechas, o apolíticos.

Por ello, se echa en falta que haya más dureza con respecto a quienes roban dinero público para su beneficio personal, y se dejen de relativizar o se guarde silencio ante los casos dependiendo de si viene de unos o de otros el latrocinio. Y es que un robo, por mucho que se guarde silencio o se le quiera quitar hierro al asunto, seguirá siendo un robo, y los perjudicados seguirán estando ahí, por mucho que se quiera silenciar.

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