OPINIóN
Actualizado 31/10/2019
Ignacio Martín

Vivimos una época de etiquetas y, en general, lo acepto; eso sí, si alguien se pone una camiseta que dice algo similar a Meat is murder (lo vi en la tele y escribo de memoria) yo me salgo de la discusión.

Creo que, a diferencia de otras épocas, en las que las generaciones jóvenes "pelearon", con diferentes grados de violencia (a veces llegando a virulencia? o tal vez se quedó en ella) pidiendo que las dejaran ser, en la actualidad hay demasiados grupos, y grupas, que quieren que todos seamos como ellos.

Inquisiciones ha habido siempre, pero parece que ahora hay más inquisidores que religiones... A veces tengo la sensación de que hay más inquisidores que personas: lo malo del afán por imponer, que no es más que una de las caras de la intolerancia, es que terminamos todos, todas, todes -o la mayoría- por desarrollar más mala leche de lo habitual.

Leí por ahí que la intolerancia genera más intolerancia... Por ende, el dejar ser, cuando es genuino, cuando implica hacer el esfuerzo de entender, de ponerse en los zapatos ajenos, contribuye a construir mejores sociedades, porque las integran mejores personas. Y con menos mala leche.

Escribí hace poco sobre el nacionalismo latente, escribí que a todos nos encanta creer que lo nuestro es lo mejor; cuando eso lo llevamos al terreno del argumento, que no de la razón, no es tan fácil que nos bajemos del burro cuando creemos tenerla (la razón, no la perra gorda [comentario más que viejuno y solo para los de la orilla ibérica]).

El peligro está ahí, en que no nos parezca mal que se imponga una determinada forma de pensar o ver? Siempre que sea la nuestra.

Pues no, así no funciona; se puede ser vegano pero si alguien se pone una camiseta que dice algo similar a Meat is murder (lo vi en la tele y escribo de memoria) yo me salgo de la discusión; no soy un asesino por comer carne y no permito que alguien siquiera lo insinúe.

Me quedo con Amos Oz: "[el fanatismo es] Más viejo que cualquier ideología o credo del mundo. Desgraciadamente, el fanatismo es un componente siempre presente en la naturaleza humana, un gen del mal, por llamarlo de alguna manera".

Va a empezar una nueva campaña electoral, no está mal tener esto presente.

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