De vez en cuando, me tomo el trabajo de releer mis libros editados anteriormente y, de pronto, observo que hay pasajes muy interesantes que me siento en la obligación de repetirlos y hacer partícipes a lectores que no lo tienen a mano porque yo mismo los llego a olvidar. Por supuesto, el fútbol es mi percha personal para hablar de lo divino y de lo humano, es lo que me entusiasma hacer cuando ya no puedo practicar fútbol de una manera física sino intelectual. Vean si no este pasaje maravilloso de Osvaldo Soriano que plasmó en su libro "Memorias del Míster Peregrino": "Hay tres clases de futbolistas: A). Los que ven los espacios libres, los mismos que cualquier payaso ve desde la tribuna y los ves y te ponés contento y te sentís satisfecho cuando la pelota cae donde debe. B). Después están los que de pronto te hacen ver un espacio libre sin más, un espacio que vos mismo y quizá los otros podrían haber visto de haber observado atentamente. Esos te toman de sorpresa. C). Y luego hay aquellos que crean un nuevo espacio. Esos son los profetas. Los poetas del juego".
Ese alegato, en un momento de escasez de "regateadores", es un regalo mental. Son delicias futbolísticas que nos trasladan a la niñez igual que el periodista Jean Philippe Rethacker hizo en su libro "El fútbol": "Dumbé, el niño negro, se quedó parado ante la pelota que tal vez un Papa Noel blanco había depositado ante la casa familiar? era preciso "apoderarse" del balón, quitarle su independencia y su vida. Así aprendió a dominarlo y a amortiguar su fuerza? debería saber "guardarle"; para ello aprendió a regatear y a conducir la pelota? descubrió que podía y debía "ceder" el balón, liberarlo en beneficio de un compañero a quien dirigiera su pase, o en provecho propio, mediante el tiro, último acto supremo del fútbol". Ese instrumento fundamental del fútbol, la pelota, existe porque, de lo contrario, el fútbol no existiría. Sin balón no hay partido. Sin dominio del balón, el fútbol es de escaso nivel. Si no tenemos claro el sentido que debe tomar el móvil, el partido acabaría en anarquía?
Y otra "delicatesen" de Cristina Peri, en la revista número 44 de "Letras Internacionales": "Para golpear una pelota, el hombre primitivo sólo tuvo que intentar la rueda, el círculo, o sea, la imaginación? Pero estoy segura de que antes de golpear una pelota de goma o de cuero, nuestros antepasados pateaban las cáscaras de nuez, las naranjas caídas, los pomelos y las bellotas. No gritaban "gol", pero era algo muy parecido". El balón, la pelota, el esférico, "la gordinha", es la que pone el orden del partido, del juego, es la brújula que señala los puntos cardinales del partido de fútbol