Ya en 1972 el Club de Roma, aquella institución que pretendía ser la conciencia de la Europa occidental, advertía de lo que iba a sobrevenir en los siguientes cincuenta años. Y en casi todos los campos se ha cumplido. Uno de estos campos, al que sólo han dedicado breves prospecciones, era ya entonces el Quinto Mundo Rural. Y hoy, cincuenta años después, subsiste con sus problemas tan plenamente asentados que parece que apenas le quedan unos años de futuro.
Es un Quinto Mundo muy distinto del Tercer mundo tan cargado de subdesarrollo y explotación y también distante en todo de ese Cuarto mundo de los barrios urbanos periféricos con tanta pobreza como violencia. Este Quinto mundo rural, silenciosamente envejecido y semiabandonado a su suerte, tiene a su disposición algunas de los servicios y ventajas de la sociedad moderna, desde algunos medios de comunicación hasta la sanidad, desde el inicio de la educación hasta ciertas comodidades domésticas. Pero normalmente las tiene con tal rebaja e intermitencia que lo distancian escandalosamente del bienestar habitual de los demás ciudadanos. Y esto de tal forma que a veces, con el agravante de la total proximidad y del fiel pago de los mismos impuestos, la situación real de este Quinto mundo es más dramática e injusta que las situaciones que se dan en el Tercero y en el Cuarto. Es un Quinto mundo que está ya asentado y admitido como residuo inevitable. Acaba siendo un producto final de los efectos colaterales del gran Consumo y del gran Capital. Hay una España muy vacía, pero hay dentro de ella un Quinto mundo para el que no hay ninguna solución, sólo el abandono definitivo.
Sigo en general la descripción de EDIS (Equipo de Investigación Social) en un estudio que hizo para Cáritas. Las zonas de este Quinto mundo rural ocupan el 40% de la superficie del país y afectan a 40 provincias españolas.
Cada uno de estos grupos y cada comarca dentro de cada grupo necesita estudios específicos para elegir los objetivos posibles en cada caso y concretar medios y financiaciones. Los Ministerios implicados y sobre todo las Diputaciones provinciales tienen ahí una responsabilidad que cada año que pasa pone más urgencia en la toma de decisiones.
Entre otras dificultades creo que la mayor es que el sistema político ?elecciones, cambio y sucesión de gobernantes, presupuestos cortoplacistas, etc?- no es el adecuado para planes de desarrollo a medio y largo plazo que es lo que piden estas regiones del Quinto mundo. Cada gobernante piensa en sus plazos y a por eso va: Después de mí el diluvio, o mejor en este caso, el desierto. También veo en los capitalinos y urbanitas cierta nostalgia rural o romanticismo campestre que ni abre futuro ni crea medios ni modos concretos de bienestar.
Sin olvidar que hay zonas sin posibilidades de habitabilidad normal porque nunca podrán ofrecer las condiciones indispensables para un bienestar mínimo, aunque algunas pueden tener opciones alternativas como de hecho ya se intenta en algunas de las regiones citadas. Esta situación extrema se da también en la provincia de Salamanca sobre todo en esa zona que la mayor parte de los salmantinos desconocen y que ni siquiera solemos observarla en el mapa y que tiene casi cuarenta kilómetros en cada uno de sus cuatro lados, entre Sanfelices, Retortillo y Saelices, una comarca despoblada, sin ríos ni arroyos y sin carreteras, prácticamente sin hierba y sin ningún otro bien rentable. Tendrá que seguir como hasta ahora, deshabitada.
Aunque en nuestra provincia no es realmente esta zona, sin fauna ni habitantes, la que presenta retos y necesidades, son otras dos zonas las que podrían tener futuro con estudio riguroso, con transparencia y con dinero. Me refiero a las zonas de Ledesma y Vitigudino y a la Sierra de Francia con lo que nos toca de la Sierra de Gata.
Es probable que los problemas del vacuno se agraven y ahoguen al sector y que la volubilidad y prepotencia de los mercados y precios internacionales dejen sin respiro al resto de bienes y cultivos. Deberíamos hacer seria prospección y salir al encuentro de lo que viene adelantando remedios y soluciones, aunque las instituciones políticas, como todas, sean lentas y traten sobre todo de proteger su cabeza bajo el ala hasta las siguientes votaciones. El futuro será cosa de otros.
La comarca de fincas y pequeños latifundios, que se extiende en el centro de la provincia y al sur de la ciudad, tiene otros problemas muy concretos para su futuro, dependiendo muchas de ellas del toro bravo y de las ayudas de la PAC. Dos fuentes de supervivencia que siempre estarán en el aire y bajo amenaza.
No es cosa de darle más vueltas a un problema que, creo yo, conocemos todos los salmantinos. He escrito esto porque me interesa y me preocupa mi tierra y sobre todo su gente y por eso he querido pensar en alto con estas 995 palabras que dejo aquí a la consideración de todos. Vale.