Incidentes en Barcelona


LOCAL
Actualizado 17/10/2019
Redacción

De Salamanca a Barcelona | La opinión de una salmantina, Lucía García, que vive y trabaja en la ciudad condal

Crónica de una desastre anunciado

Salgo estos días a la calle y me invade una sensación de desánimo. Hablo con mi círculo más cercano aquí, amigos, compañeros de piso, trabajo y noto que hay un descontento generalizado, un desentendimiento y una tendencia que parece empujarnos a un posicionamiento necesario en uno u otro bando. Los términos medios parece que no son válidos, poner en duda, razonar o criticar cualquier acto que ocurre a tu alrededor no parece necesario. Aunque claro lo que nos llega de las clases políticas y de los medios de comunicación no es tampoco muy alentador. Unos y otros han decidido que lo que no son capaces de resolver a través de la palabra y los acuerdos ha de hacerse en unos tribunales o mediante la fuerza bruta.

La jurisprudencia es necesaria y tiene que estar ahí para dar respuesta ante los delitos pero en este caso el conflicto, como la mitológica Medusa, tiene muchas prolongaciones que forman su cabeza política. Como con ella, se han empeñado en abordar la situación por la fuerza olvidándose que era en su cabeza donde residía todo su poder.

Abordar un problema de estas características se hace inabarcable, pero hay que poner contexto y entender que es algo que no ha ocurrido hoy ni se va a terminar con las medidas de mañana. Ha llegado el momento de analizar sus precedentes y pensar como podemos encajarlo en el futuro. Donde estamos ahora y hacia donde queremos ir. Pero sobre todo creo que ha llegado el momento de escuchar, pero hacerlo con la idea de que el otro tiene algo interesante que contarnos y no con el único objetivo de rebatirle lo que nos está diciendo.

Urge la empatía y humanizar la política, entendido además, no como una señal de debilidad, si no como de valentía al hacer uso de ella por encima de las cuestiones ideológicas.

Me gustaría pensar que lejos de las evidencias, aún no está todo roto y que si de verdad es así haya aún alguna oportunidad de reconstruirlo. Me viene a la mente el concepto japonés de "kintsugi", una práctica artística que consiste en reparar objetos que están rotos haciendo destacar todas sus grietas. Que aunque algo haya sufrido un daño tiene una historia y todo esto hace que sea más hermoso. No avergonzarse de todo lo que en algún momento ocurrió, nos separó y se hizo mal, si no ponerlo en valor y destacarlo para repararlo y para que ayude a formar una solución en el presente.

Me gustaría pensar también que lo único bueno de este punto de inflexión es que quizás comience una nueva etapa donde todos nos demos cuenta de que las medidas y el diálogo son urgentes. Que las respuestas deberían venir del estado pero cuando estas no llegan la gente sale a reclamarlas. Que no debemos olvidar y respetar el derecho a la protesta así como condenar unánimemente todo lo violento.

El otro día a la vez que salía de casa y veía como podía cambiar una situación en menos de 24 horas, también hablaba con amigos y familiares que actualmente no están en Cataluña y me di cuenta de que a pesar de la diversidad y las opiniones de cada uno es más lo que nos une que lo que nos separa.

Tomemos entre todos y todas y a nuestra propia escala pequeñas soluciones porque si no acabaremos siendo parte del problema

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