OPINIóN
Actualizado 17/10/2019
Ignacio Martín

Entre el domingo y el lunes, mis dos orillas se han visto avasalladas por gente que pisotea la democracia diciendo que actúa en su nombre.

Los del Brexit, Trump, Putin, Erdogan?

Los que llevan años manipulando a gente en Cataluña para ver si tienen suerte y se les da un mártir o dos?

¿Qué tienen en común? Su habilidad como mensajeros, son muy buenos influencers. Ahí vamos perdiendo: mientras otros creen que las redes es cosa de jóvenes, Trump, Putin, los jordis, Guardiola y tantos otros saben que la democracia es aburrida para muchos, que no responde a todas las preguntas ni mucho menos soluciona todos los problemas; por eso van logrando que permee la idea contraria.

Lo mismo hizo, y hace, en México gente como Epigmenio Ibarra y otros que apoyan a quien hoy tiene el poder.

Aunque ya detentan ese poder, tienen muy claro que el lenguaje que tienen que seguir utilizando es el de rebeldes, el de opositores.

Haciéndolo llegan tanto a esos jóvenes que quieren sentirse revolucionarios como a aquellos jóvenes que ya no lo son y quisieron ser revolucionarios? O rebeldes.

Por si fuera poco, quienes los criticamos manejamos conceptos como ley, debido proceso, independencia? judicial; estamos jodidos; eso son cosas de abogados; si un multimillonario como Guardiola sale a decirse oprimido y habla en nombre de "los suyos", nada que hacer.

Nadie está sentenciado en España por pensar de una determinada manera, sino por utilizar lo público en favor de sus intereses, pero eso da igual. Dicha sentencia no ha dejado contento a nadie (lo que debería ser buena señal), pero el lunes en todo el mundo se vieron imágenes de un montón de "oprimidos" diciendo lo que querían decir a voz en grito y siendo "reprimidos" cuando, de plano, jodían demasiado a otros, por ejemplo, a los que querían tomar un avión.

En México, en Baja California, la cosa fue más "sútil" y más burda, si se me permite la paradoja: el gobernador electo para serlo dos años ha manipulado al Congreso de ese estado para serlo cinco años; el presidente de todos los mexicanos ha dicho que eso es una controversia y ha auspiciado una especie de referéndum llevado a cabo por los suyos, no por la autoridad electoral, para que unos poquitos decidan que está bien lo de los cinco años.

Los manifestantes del lunes en Barcelona y los mexicanos que apoyan la pantomima seudodemocrática de Baja California hablan del pasado: unos de Franco; otros del PRI o del PAN; todos se erigen en defensores de la democracia, eso sí, de lo que ellos digan que es democracia, de quienes ellos digan que son demócratas.

Unos y otros alimentan mi pesimismo: veo demasiada gente que no tiene ni idea de lo que tiene en realidad? Y no es que estén dispuestos a perderlo, es que se lo están regalando a quienes, simplemente, los utilizan.

En la medida de mis posibilidades, no me dejo, y escribo que Puigdemont, allá, y Bonilla, acá, son ellos, y además representan, a fascistoides antidemócratas; son cobardes, además, porque manipulan y se esconden. Son rufianes tramposos: usan la democracia para victimizarse e ir contra ella.

Ojalá no estén ganando.

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