De los diez leprosos que curó Jesús, sólo uno volvió a darle gracias. Es de nacidos ser bein agradecidos, nos enseñaron. Y es cierto. Nada más grande que la palabra gracias.
Cuenta R. Lombardi que en Brasil una comisión de científicos se acercó a dos indios de una tribu recién "descubierta" (gracias a las nuevas carreteras).
Entre otras cosas les preguntaron:
"¿Le rezan ustedes a Dios?".
"Sin duda, le rezamos a Dios".
"¿Y qué le piden a Dios?"
"¿Qué le vamos a pedir, si Dios nos da todo?"
"Entonces "para qué le rezan a Dios?"
"Le rezamos a Dios para agradecerle precisamente todo lo que Él nos da".
Ser agradecidos es de personas grandes. "La gratitud no es sólo la más grande de las virtudes, sino que engendra todas las demás" (Cicerón). Efectivamente, la persona agradecida es alegre, positiva, pacífica, paciente?rebosa gozo y esperanza.
Hay que orar agradeciéndole a Dios todo lo que nos ha dado, cantando la grandeza del Creador, desde nuestra pequeñez. De un corazón "pobre y humilde" como el de la Virgen, brotan la apertura y disponibilidad. En su mente, brazos y corazón tenían cabida el cielo y la tierra. Y porque fue libre para decir sí, amar y servir, supo cantar las grandezas y maravillas que el Todopoderoso había hecho con ella y con su pueblo.
Tenemos que ser agradecidos. Es verdad "que no cuesta nada, pero vale mucho"