OPINIóN
Actualizado 11/10/2019
Félix López

Si usted funciona con la lógica que implica está pregunta, yo no le voy a aclarar nada. No lo sé. Solo voy a hacer una breve reflexión, que usted no tiene por qué compartir; eso sí, pretendo que haga su propia reflexión, no aplicando sin más un prejuicio, en su favor o en su contra.

En primer lugar, no entiendo que determinadas instituciones le pongan dificultades, a Placido Domingo para que siga cantando, mientras no haya un juicio justo, no un juicio mediático o social. ¿A quién hace daño cuando canta? Las personas son libres de irle a escuchar o no, pero las instituciones deben ser justas y no hacer justicia por su cuenta. Esto debería servir para todo artista, escritor, jugador de futbol, etc.

En segundo lugar, solo podría compartir la filosofía del "Me Too", si se aplicara al derecho de las víctimas a denunciar y la conveniencia de la denuncia, pero no a dar por ciertas todas las denuncias. Una postura semejante, sólo es aceptable en un amigo o amiga íntima de la víctima. A los ciudadanos no nos compete culpar o exculpar. Yo felicito y apoyo a las mujeres que denuncian, incluso cuando haya pasado el tiempo; pero no me siento obligado a dar por sentado que todas dicen la verdad siempre. Incluso siendo sinceras, en algunos casos, su versión puede ofrecer dudas.

En tercer lugar, en estos casos, los ciudadanos y profesionales, que no intervienen en el caso, deben alegrarse de que aumenten las denuncias, pero no hacer un juicio paralelo. Conozco un caso de abusos sexuales negados por un centro educativos (dirección, profesores y familias se pusieron de lado del presunto abusador) obligando a la víctima a salir del colegio; mientras, un año después, acudieron al juicio tres víctimas más y se pudo demostrar la veracidad de los abusos. En el sentido opuesto, recientemente se ha resulto una denuncia contra el gran actor Freeman (que apellido tan bonito, casi un proyecto de ser humano) en Estados Unidos, reconociendo la denunciante que lo había inverntado..

No se pueden hacer juicios paralelos, ni en un sentido ni en otro. A los posibles errores judiciales (no son los jueces dioses, aunque sus ritos, vestidos y lenguaje quieran impresionarnos), no podemos añadir los errores de la prensa y los ciudadanos enardecidos. No al abandono de la supuesta víctima, ni al linchamiento del supuesto culpable.

En tercer lugar, y no me refiero solo a este caso concreto, hay aspectos a tener en cuenta:

(a) Si el caso ha prescrito, mientras no se cambie la ley (si fuera procedente), ¿es legítimo linchar al supuesto culpable?

(b) Si cuando sucedió no existía una ley contra ese delito concreto, ¿es legítimo linchar al que, entonces, no hubiera sido considerado culpable?

(c) Cuando las costumbres y criterios sociales eran permisivas con ciertas conductas, que hoy nos parecen inadecuadas, ¿podemos aplicar ahora al pasado las actitudes y criterios de " MeToo"?

(d) Yo no sé lo que ocurrió, en cada supuesto caso denunciado. Pero sí señalar posibilidades muy distintas:

1ª.- Hubo, con los criterios de hoy, violación, acoso o abuso. La libertad de las víctimas estuvo amenazada, "no pudieron decir no", o de hacerlo, las consecuencias laborales o sociales hubieran sido graves.

2ª.- No es fácil dilucidar si hubo consentimiento o no, porque bebieron demasiado. Pero la denunciante insiste en que ella no quería.

3ª.- Estaba fascinada por él, le admiraba mucho, y se dejó llevar por la situación. No dijo ni sí, ni no. Pero veinte años después asegura que no quería. Ha pasado, de considerarse una tonta, a tomar conciencia de que lo ocurrido no estuvo bien yn puede ser denunciado.

4ª.- Él la sorprendió y ella asegura que se sintió presionada y con miedo, pero fue condescenciente con él. Durante años creía que fue un fallo suyo, pero hoy asegura que fue acosada.

5ª.- Estas cosas eran tan habituales en determinados ambientes que las aceptó sin más. Pero hoy se ha dado cuenta de que son intolerables.

Siga usted, porque la casuística es infinita. ¿Debemos mezclarlo todo?

Solo veo una salida a estos conflictos: socializar, desde la infancia, en una ética de las relaciones sexuales y amorosas que promueva los buenos usos de la libertad y evite los malos usos de ésta. Mi cuerpo, mi sexualidad y mi intimidad son míos: me haré respetar. Tu cuerpo, tu sexualidad y tu intimidad son tuyos: te respetaré.

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