OPINIóN
Actualizado 29/09/2019
CÁRITAS

El Centro de día de Salud Mental para personas con trastorno mental grave y en situación de
exclusión social del Proyecto Ranquines cumple hoy dos años.

Si el primer año de Ranquines fue la confirmación de que un recurso de estas características
era efectivamente necesario en Salamanca; las cifras y el trabajo del segundo año nos hablan
de la consolidación del Centro de día. En este segundo año, han sido 69 el total de personas
que hemos acompañado.
En estos veinticuatro meses 103 personas han solicitado atención en el Centro, procedentes
un 19% de las administraciones públicas, un 23% de las personas afectadas y un 58% de
asociaciones privadas.

De esas 103 personas que solicitaron atención, han participado en las diferentes actividades
de nuestro Centro de día 94 de ellas; que se han distribuido así: 57 hombres y 37 mujeres;
77 españoles, 2 de países comunitarios y 15 de países extracomunitarios. Han participado
personas entre 18 y 74 años de edad, con una edad media de 48 años.

Los tipos de diagnóstico son varios: esquizofrenia u otros trastornos psicóticos, trastornos
del estado de ánimo, ansiedad, trastornos de la personalidad, patología dual, y también se
ha acompañado a personas con diagnóstico de discapacidad intelectual o deterioro
cognitivo, que no serían propiamente de nuestro ámbito, pero nos ha obligado la
inexistencia de recursos adecuados para ellos.

De las personas atendidas, 49 de ellas estaba en situación sin hogar o exclusión social, y
otras 17 en situación de vulnerabilidad por el aislamiento social; lo que alcanza el 70%.
Además, otras 28 personas, no estando en situación de exclusión, han sido atendidas en el
Centro de día. Hemos acompañado, también, a 13 familias.

Más allá de los datos, nos gustaría compartir varias reflexiones que estos dos años de
trabajo y conocimiento de esta realidad nos han llevado a realizar, y que nos animan, nos
preocupan y nos interpelan fuertemente. Es por ello que, tras dos años de acompañar a
personas con trastorno mental en situación de exclusión social, os presentamos:

DOS LOGROS:

? El Centro de día se ha configurado como un espacio de acogida y promoción, con un
ambiente familiar, que ha logrado que al comienzo de su segundo año estuviera
lleno en sus 40 plazas, con lista de espera; y que sea un lugar de motivación, de
continuidad, de estructuración de la vida para 14 personas que llevan más de un año
con nosotros; y con la flexibilidad suficiente para acoger a los nuevos.
? El acompañamiento cercano, los apoyos continuados y la coordinación con las otras
entidades que trabajan con estas personas, ha reducido el número de ingresos en
psiquiatría (de un 11% el primer año a un 8% en el segundo). Esto es, principalmente,
una mejora en la calidad de vida de las personas, pero secundariamente un ahorro
para la sanidad pública.

DOS GRAVES PROBLEMAS:

? El 48% de las mujeres atendidas en nuestro primer año y el 35% en los dos años
habían sufrido algún tipo de violencia. Nos ha sorprendido como en muchos casos
esta violencia está en el origen del trastorno, aunque éste se desarrolle y manifieste
con el paso del tiempo. Otro descubrimiento, nada agradable, es el escaso número
de recursos que hay para mujeres. Con la atención de los medios de comunicación a
los casos de violencia de género, y con la preocupación de la clase política por el
tema, parece entenderse que se están dedicando los recursos necesarios para las
mujeres que sufren esa violencia. ¿Es así? Nosotros no lo sabemos. Lo que sí
alcanzamos a saber son dos cosas: Lo primero, que cuando la violencia está en el
origen del trastorno, pero hace tiempo que ha sucedido y la amenaza para la mujer
ha desaparecido, estas mujeres no tienen acceso a los recursos creados para
víctimas. Lo segundo, que al buscar cualquier otro recurso residencial para mujeres,
en cuanto se menciona el trastorno mental, todas las puertas se cierran. Muchos
recursos sociales tienen entre sus criterios de exclusión para acceder, el trastorno
mental. Lo que consideramos que es acoger el estigma social de salud mental en el
seno de la intervención social, porque trastornos hay de muchos tipos, y cada
persona los vive de una determinada manera.

? El 70% de las personas que hemos acompañado en nuestro Centro estos dos años
estaba en situación de exclusión social o alta vulnerabilidad. Es un hecho que la
prevalencia de enfermedades mentales es significativamente superior entre las
personas en situación de exclusión social. Nuestra experiencia nos ha enseñado que
es muy difícil acompañar en la recuperación de la salud mental a una persona en
situación de calle y sin hogar. Pero también, y por desgracia, hemos aprendido como
los procesos personales se bloquean, se paralizan e incluso retroceden cuando las
personas con cierto nivel de recuperación no pueden acceder a una vivienda como
ellas desearían. En la ciudad de Salamanca el tema de la vivienda es problemático
para mucha gente, pero las personas con enfermedad mental tienen que añadir el
peso del estigma social. Algunas de las personas que acompañamos, cuando van a
ver una habitación tras un diálogo telefónico, les ponen cualquier excusa para no
alquilarles la habitación por su apariencia física; a otras, no por su apariencia, sino al
enterarse de que cobran una pensión con 40 o 50 años les niegan el alquiler. Al
principio, inocentes, invitábamos a las personas a informar de que estaban en un
Centro de Cáritas, pensando que el hecho de contar con un equipo de profesionales y
voluntarios sería cierta garantía para los arrendadores, pero eso sí resultaba ser un
verdadero estigma.

DOS RETOS:
? Para intentar dar respuesta a las situaciones que acabamos de denunciar, de la
vulnerabilidad de algunas mujeres y de la falta de hogar, es un gran reto poder
avanzar con las dos siguientes fases del Proyecto Ranquines: pisos de inserción para
favorecer la integración social, y la creación de una mini-residencia para aquellas
personas que no puedan vivir con la autonomía necesaria para gestionar un piso.

? El Proyecto Ranquines desde el comienzo se concibió para toda la provincia de
Salamanca, con lo que la realidad social (la demografía y los servicios) de nuestros pueblos nos interpela fuertemente; por lo que es un reto la extensión del trabajo de Ranquines a las zonas rurales.

Todo esto, nuestros logros, nuestros problemas y nuestros retos, son también los vuestros;
ya que cualquier persona puede verse acuciada por una enfermedad mental. Lo que hemos
conseguido en estos dos años, lo hemos logrado gracias al compromiso de las ocho
entidades eclesiales que están detrás del proyecto, pero también al apoyo de las
parroquias, congregaciones, cofradías, asociaciones y muchas personas individuales; y a la
coordinación cada vez más y mejor con las administraciones públicas y el Sacyl. Lo que
logremos de aquí en adelante, dependerá, de igual forma, del compromiso y apoyo de toda
la población de Salamanca.
¡Gracias por hacerlo posible!

FRANCISCO BERBEGAL

Coordinador del centro Ranquines para personas con problemas de salud mental.

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