Espero que no, porque también espero que nuestros políticos y financieros hayan aprendido algo de la crisis económica anterior y no repitan los errores de hace doce años. De momento, parece que empieza a destruirse empleo, la economía crece menos de lo esperado, hay tensiones internacionales importantes entre China, Estados Unidos, Irán, Arabia Saudita, que dibujan un panorama cuanto menos inquietante.
Es inquietante porque en España no estamos tan acostumbrados como en Italia o en Bélgica a la inestabilidad política. El colapso de nuestro sistema Parlamentario es inquietante porque nuestro Gobierno parece estar indefinidamente en funciones y, para más inri, trabaja con los presupuestos de su partido oponente, en un bucle que tiende a enquistarse y sin solución a corto plazo, incluso aunque haya nuevas Elecciones Generales. Italia y Bélgica tienen unos contrapesos contra la inestabilidad de los que nosotros carecemos en gran medida: el peso moral y político de la Iglesia Católica italiana es muy distinto al de la española y las instituciones europeas están mayoritariamente concentradas en Bruselas y, por lo tanto, están físicamente mucho más cerca de Bélgica que del Reino de España.
¿Por qué me preocupa que vuelva la crisis económica, aunque no sea tan virulenta como la última? Por dos razones personales: la primera y más importante, porque las crisis económicas acaban colapsando el despacho de Cáritas parroquial. Los aranceles del Sr. Trump o los de la República Popular de China acaban pagándolos los pobres de mi barrio?y yo mismo, si me bajan la pensión de jubilación, que no sería la primera vez, pues ya hubo un Gobierno que la bajó y el contrario que la subió un 0,25%, o sea que la bajó también porque el coste de la vida de los jubilados subió más de ese 0,25%.
La segunda, porque si vuelve a instalarse la crisis, uno de los primeros recortes que se van a producir será en las subvenciones destinadas al mantenimiento y restauración de los Bienes de Interés Cultural. No hablo de oídas: la crisis de 2007 produjo la paralización de la necesaria y urgente restauración del templo de San Martín de Tours, de Salamanca, la iglesia más cercana a nuestra magnífica Plaza Mayor. Parece que el mes que viene, octubre de 2019, comenzará una pequeña pero importante obra de consolidación estructural, pero mucho me temo que, si la crisis económica vuelve a instalarse entre nosotros, la Junta de Castilla y León volverá a tener razones para seguir sin invertir en este templo. Ojalá me equivoque; en ambos casos, en lo de los pobres de mi barrio y en lo de este pobre y torturado templo de San Martín. Y es que cada uno respira por la herida ?o heridas- que tiene abierta/s.
(por cierto, en este panel de ONGs falta, al menos, una muy querida por mi: Manos Unidas)