Todos estaban en una lucha o habían estado, la lucha por la vida.
Nunca había estado tan lejos de mi país tanto tiempo, sentía miedo, curiosidad y mucha emoción por lo que me esperaba.
Al llegar a Casa Samuel me quedé sorprendida con todo lo que la casa ofrecía a las personas que no tenían otro hogar, que además estaban enfermas y pasaban por situaciones difíciles, pues en mi país existen pocos lugares así. Tenía mucha curiosidad por las tareas que debería llevar a cabo y por cómo sería la convivencia con los residentes.
Conforme pasaron las dos semanas que estaría ahí, fui conociendo a cada uno de los residentes de la casa, cada uno con historias diferenets pero cosas similares. Todos estaban en una lucha o habían estado, la lucha por la vida.
Muchas veces creemos quela vida será eterna y que a nosostros no nos pasará nada, no nos damos cuenta lo frágiles que somos como seres humanos y no valoramos la vida que tenemos. A la mayoría de las personas que vivían en la casa les sucedió eso, descuidaron su vida y perdieron el camino, pero lo importanet es volver a buscarlo y eso se lo que admiraba de todos ellos, su motivación por encontrar una vida mejor, aprender cosas nuevas, trabajar, ser felices.
Este voluntariado me hizo crecer tanto profesionalmente y como persona, me dio la motivación por ayudar y motivar a las personas a encontrar una buena vida, a encontrar la felicidad.
Como psicóloga en formación, esta experiencia me dio las herramientas necesarias en mi profesión, como por ejemplo la empatía, solidaridad, escucha activa y olvidarme de los prejuicios y estereotipos que muchas veces nos crea la sociedad.
Debo decir que al estar en Casa Samuel me sentí como si estuviera en casa, nunca me sentí sola mientras estaba ahí, y la gente siempre fue amable conmigo, me duele partir pero espero y deseo haber dejado una huella en alguien, haber hecho feliz a alguien.
No me alcanzan las palabras para decir lo agradecida que me siento por haber tenido esta increíble oportunidad en Salamanca, espero volver pronto y coincidir con alguna de esas personas que tocaron mi corazón.
Gracias, nunca os olvidaré.
Por: Ana Karen Ayala Camarena de Guanajuato, México.