Cuatro palabras, sólo cuatro palabras para cantar la armonía del toreo, la naturalidad del sosiego, la despaciosidad del aroma aroma alado, la sincronía amorosa del camino del temple y el estar no como un poderoso dolmen dictador sino como un amigo que enseña y acompaña.
Hizo mucho viento ayer en la Glorieta pero vino un torero de Arnedo y el viento se paró sorprendido al ver como toreaba y como renació Benlliure con la estocada de la tarde.