Amamos a los animales porque responden a nuestros requerimientos sin cuestionar la naturaleza de lo que ordenamos. Jamás fruncen el ceño ni cambian su carácter; incluso no muestran agresividad cuando los castigamos. Pero no creas que están desprotegidos: hay una justicia invisible y un juez implacable que castiga a quienes enturbian y dañan las reglas de la vida.
Manuel Lamas (del libro Verbo y Barro)