Hace no mucho escribí un artículo sobre las problemáticas negociaciones en Salamanca, y podría reproducirlo casi literalmente para las negociaciones a nivel nacional:
Alguien lo definió antaño como "el juego de la gallina": gallina el último.
A ver quién aguanta más. A ver, si estirando de la cuerda, el otro da su brazo a torcer. Pero ninguno cede, ninguno da su brazo a torcer y la cuerda se está rompiendo.
Todo indica que la cuerda acabará rota, con lo que volveremos a repetir las elecciones, como si este año no hubiéramos tenido suficientes, como si desde 2015 para acá no hubiera habido suficientes.
Entérense, señores Sánchez, Iglesias y demás: el pueblo ya ha hablado, obren ustedes en consonancia con lo que el pueblo ha dicho o váyanse a sus respectivas casas.
O eso, o el pueblo acabará hartándose y tomando medidas.
O no. O acabará agachando la cabeza como siempre y tragando con todo. Como hizo el pueblo griego después de decirle muy clarito a su dirigente lo que quería, y éste hizo justo lo contrario, y no pasó nada, el pueblo griego siguió tragando.
¡Qué tragaderas tenemos los de a pie de cualquier parte del planeta!