A punto de publicarse un libro que documenta la historia de un suceso que ocupó la religiosidad albense del siglo XIX
Durante el siglo XIX, especialmente entre los años 1836-1898, la vida religiosa de Alba de Tormes, que siempre gravita en torno a Santa Teresa, se vio convulsionada por un pretendido fenómeno milagroso en torno a la reliquia del corazón de santa Teresa. Es lo que se denomina como el fenómeno de las espinas de su corazón, que no fue un suceso tan local como pudiera parecer, sino que se divulgó a través de la prensa y hasta se publicó un libro sobre el tema (Valencia 1876) que hoy constituye una rareza bibliográfica, el cual fue además traducido a diversas lenguas europeas. No sé hasta qué punto participó el fervor popular de los albenses de entonces en ese hecho, aunque no les debió pasar desapercibido y así lo debió acompañar, por lo menos con esa admiración que suscita cuanto se tilda de milagroso. Pero más bien parece que el asunto se movió en ámbitos muy escogidos de la villa y, sobre todo, en el ambiente eclesiástico.
La cuestión es que algo que vertió tanta tinta y movió a tantas instancias oficiales, incluso saltó fuera de los límites de la villa, a estas alturas se ha difuminado y como que no queda rastro de ello en la memoria de la gente. Se ha perdido la huella histórica. Y, sin embargo, es un capítulo muy interesante de la religiosidad albense en torno a las reliquias teresianas.
Una publicación exhuma toda la documentación
Para el mes de octubre se prevé la salida y difusión de un libro que tiene como objetivo el dar a conocer toda la documentación oficial y oficiosa que originó el hecho y que nos ha llegado de manera casi exhaustiva. Era un tema que venía trabajando desde hace años el carmelita Manuel Diego y que, después de la consulta del archivo general de los Carmelitas Descalzos en Roma y, cómo no, también el de las carmelitas descalzas de Alba, más otros archivos y bibliotecas, ha decidido que es el momento propicio de darlo a la publicidad incluido dentro de la colección de "Temas albenses" (nº 10). La parte más importante del mismo es precisamente la publicación de toda la documentación que originó dicho fenómeno, casi toda ella desconocida. Una amplia introducción ayuda a entender y juzgar con sentido crítico aquel hecho que tanto llamó la atención, incluso fuera de Alba de Tormes. Es una contribución que ayuda a reconstruir el contexto, la cronología y la mentalidad que acompañó el desenvolvimiento del suceso.
Un siglo XIX convulso políticamente y lleno de sucesos religiosos
La España del siglo XIX vivió muy convulsionada a todos los niveles, político, social, cultural y religioso. Basta pensar en hechos puntuales como la francesada, la situación de la monarquía, la desamortización y la exclaustración de los religiosos? Una situación ésta que propiciaba determinadas respuestas y, sobre todo, el acudir al hecho religioso para salvaguardar aquellos valores que se veían en peligro. Esta vez anduvo de por medio santa Teresa como signo de la esencia de los valores patrios y que, por eso, ya había sido proclamada Patrona de España por las Cortes de Cádiz (1812).
Para ser exactos, el fenómeno de las espinas del corazón teresiano ocurre entre los años 1836 (cuando las monjas advierten por vez primera algo así como dos espinas dentro del fanal cristalino del corazón) hasta el año 1898 en que el obispo salmantino Tomás Cámara, después de una limpieza del relicario y de dicho fanal, zanja todo el asunto de las espinas sin meterse a emitir un juicio valorativo, pero sí advirtiendo que el relicario estaba lleno de polvo de siglos y que, por eso, el asunto no iba más allá de ser materiales surgido de dicho sedimento de polvo (anteriormente lo habían tachado los médicos de excrescencias vegetales). Ni que decir tiene que la intervención y el veredicto episcopal dejaron defraudados, cuando no insatisfechos a muchos. Pero no se volvió a hablar más del asunto desde aquella disposición tan inteligente del famoso Padre Cámara.
Pero en el intermedio hay una serie de exámenes médicos que quieren salvaguardar sobre todo la realidad del hecho y tratar de justificarlo desde la ciencia, si es que era posible entonces hacerlo así. Estos exámenes, con los medios científicos a su disposición, no acaban de definir la naturaleza de tales espinas y se efectuaron sucesivamente en los años 1870, 1872, 1873 y 1874; en algunos de ellos incluso intervienen o están presentes los médicos residentes en Alba, y en 1873 intervino hasta el catedrático salmantino Angel Villar y Macías. No sólo las monjas carmelitas, sino que otras muchas personas están seguras de lo milagroso del caso, y como tal lo difunden, sobre todo por medio de algunos grabados y de la primera fotografía que se logra hacer del corazón. Se crea, por tanto, un ambiente enrarecido proclive a lo extraordinario del hecho, y a juzgarlo como si fuera un aviso de Santa Teresa ante la marcha de los acontecimientos nacionales.
El momento álgido del asunto (1876)
El momento más extremoso del suceso coincide con la llegada a Alba de un sacerdote paúl, Nemesio Cardellach, que vino a causa de la fundación de las Hijas de la Caridad en el Hospital de la villa por aquellos mismos años y cuya predicación en unas misiones populares causó furor entre el pueblo. Hasta el mismo obispo salmantino (Martínez Izquierdo) le autorizó a entrar en la clausura carmelitana y examinar el corazón, siendo este personaje totalmente favorable al carácter milagroso del fenómeno de las espinas. Fue este el autor de un libro donde cuenta sus impresiones y contrasta las opiniones de los médicos, y todo ello va acompañado de unos grabados del corazón teresiano y la reproducción de las espinas. El libro tiene esta ficha bibliográfica:
Cardellac, Nemesio, Santa Teresa de Jesús, y las espinas de su corazón, que se venera en el convento de Carmelitas Descalzas de Alba de Tormes, obispado de Salamanca ? Valencia, J. Martí, 1876, 176 p., 22 cm. (Fue traducido en años sucesivos al alemán, 1880; francés, 1882; italiano, 1882).
Aunque transmite noticias y detalles muy valiosos para conocer el ambiente creado en Alba en torno al hecho, sin embargo su lectura deja una impresión muy negativa, como si estuviera escrito por una persona exaltada. Pero ciertamente representa muy bien, aunque en forma extremosa, la posición favorable al hecho, es decir, a cuantos creían y no dudaban lo más mínimo de que se trataba de algo milagroso.
El Vaticano, para quien se llegó a efectuar todo un proceso hasta con inclusión de los dictámenes médicos, nunca se pronunció sobre el asunto; el ultimo obispo de Salamanca se mostró mucho más escéptico que sus predecesores (Lluch, Martínez Izquierdo), por lo que quiso zanjar de una vez la cuestión, y lo logró (seguramente imponiendo también silencio a las monjas y a los eclesiásticos), y así todo se fue diluyendo como en una nube, oscureciéndose el asunto, y no volviendo a hablar de ello.
Pero esto no quita para valorar el hecho como algo importante que causó impacto dentro del mundo religioso europeo. Y fue tan difundido y apreciado, que incluso personajes y hasta santos quedaron impresionados por tal fenómeno. San Enrique de Ossó, que tantas veces visitó Alba desde 1877 (pero ya conocía el fenómeno de antes) y que se pasaba horas y horas en oración ante la reliquia teresiana del corazón, él siempre hablaba del "corazón transverberado y espinado" de santa Teresa. Ahora entendemos el porqué se expresaba así. Que estuviera metido dentro de esa especie de ilusión colectiva no resta nada ni pone en duda su santidad bien probada, sino que demuestra hasta qué punto había calado este hecho entre los devotos de Santa Teresa.
Pensamos ahora desde la distancia de más de un siglo, que este affaire de las espinas no favoreció para nada el conocimiento real y serio de santa Teresa, que iba por otros derroteros. Menos mal que el momento del fenómeno pretendidamente milagroso coincide con el resurgir de la ciencia teresiana, es decir, la recuperación del texto teresiano mediante ediciones más críticas de sus obras, y también la progresiva marcha hacia una biografía más seria y documentada. Todo este movimiento teresiano científico alternaba junto a ese otro sentimiento religioso tan peligroso. Y así, entre finales del siglo XIX y principios del XX, logró salir afuera una imagen teresiana mucho mejor y más sólidamente construida.