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¿Se imaginan al presidente de Cocacola bebiendo, en público, Pepsi? ¿O al director general de Carrefour haciendo sus compras en Leclerc? ¿No? Seguro que no les parecería lógico.
Pues ahí lo tienen, el Jefe de Estado emérito, el exrey de todos los españoles, se opera en una clínica privada -no en un hospital público- y nadie dice nada. Como si a la monarquía hubiésemos de seguir permitiéndole todo.
Todo un ejemplo. Todo un real y vergonzoso ejemplo.