OPINIóN
Actualizado 15/07/2019
Antonio Matilla

Mientras preparo la maleta, ligero de equipaje, salvo de parafernalia médica, que no se puede comprar en un chiringuito ni de Sierra ni de playa, me llega la carta abierta de nuestro Vicario de Pastoral https://www.diocesisdesalamanca.com/wp-content/uploads/2019/07/cartavicariopastoral-nolacortes.pdf. "No la cortes tan pronto" es su sugestivo título. Es una carta ? Amazonas, es como un río poderoso y caudaloso que fluye, pero merece la pena leerla. De momento, a mí, con mentalidad de vacaciones, no me da tiempo a analizarla ni a rezarla. La paz de los castaños de la Suierrade Béjar y el azul del Mediterráneo en Tarragona, me ayudarán a discernir?espero.

Vayan por delante algunos apuntes.

De bien nacidos es ser agradecidos. Agradecer, por lo tanto, todo lo realizado por los cristianos de Salamanca desde la alta Edad Media, pasando por la Repoblación subsiguiente a la pérdida de influencia islámica, el Siglo de Oro de nuestra Universidad, tan indisolublemente unida a la Iglesia desde su nacimiento hasta bien entrado el siglo XIX, el P. Cámara, el obispo Barbado que me confirmó antes del Vaticano II, el obispo Mauro que me escuchó, me advirtió, me aguantó y me ordenó y los obispos Braulio y Carlos que me confiaron diversas tareas. Cito a los obispos porque en la Iglesia el obispo es una pieza clave y, además, porque sería imposible nombrar a todos los sacerdotes y cristianos de a pie que influyeron positivamente en mí. Además de agradecer hay que reconocer, reconocer que el invierno demográfico cristiano agranda el vacío y que en esta Iglesia tenemos que hacer cosas nuevas llevadas a cabo por las mismas personas?y por personas nuevas. O sea, fiarse de los jóvenes, de los laicos, de las mujeres y de los religiosos (aclaración terminológica: "religioso/a": bautizado perteneciente a una orden o congregación religiosa, o asociación o instituto de vida consagrada)

No será fácil encontrar nuevos caminos para la evangelización, para el primer anuncio a tantos contemporáneos que ya no conocen a Jesucristo, aparte de algún pequeño o grande barniz cultural. Pero tenemos que empeñarnos en ello. Y los mayores, además de colaborar, tenemos la obligación grave de no estorbar, que no es pequeña cosa si bien se mira.

No será fácil surfear la ola del anticlericalismo, que vuelve como onda poderosa, pero también como "ocasión de gracia" para avanzar con más rapidez por el costado de esa ola hacia un mejor ejercicio del ministerio sacerdotal, para ser cristianos y curas del siglo XXI, o sea, del Evangelio de Jesús, porque los extremos se tocan en el bucle del tiempo, cosas de la mecánica cuántica, qué le vamos a hacer: ser cristiano y ser cura no es un asunto de poder sino de servicio, no es tanto de regencia como de acompañamiento; y poca doctrina, a no ser que esté acompañada de testimonio coherente de vida. Nuevos y prometedores y evangélicos caminos para ser cristiano y cura.

La mujer tiene un puesto importante en la Iglesia, pero me atrevería a decir que no hay que insistir tanto en el empoderamiento sino en el encargo oficial y reconocido para servir. El porvenir de la Iglesia no se apoya en el poder, sino en el servicio, que es fuente de autoridad ?auctoritas-, que no es lo mismo.

Yo insistiría en "sacarle punta al Bautismo y a la Eucaristía". En ello, en ambas cosas, estamos todos implicados. Y por si acaso alguien está contaminado por la ideología de género, me corrijo: en ello, en ambas cosas, estamos todas y todos implicados.

Después del verano, hablamos.

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