OPINIóN
Actualizado 08/07/2019
Antonio Matilla

Hoy voy a atreverme a lo que no suelo: hacerle la competencia a alguien, al compañero de estas columnas Manuel Rodríguez "Marogar", del que siempre guardaré buen recuerdo, pues buen entrenador fue de mi hermano. Hoy quiero escribir de fútbol, porque yo, que he sido un forofo por lo general blanco y también blanquinegro, estaba perdiendo el gusto por el fútbol y me costaba Dios y ayuda terminar de ver un partido, pero estoy recuperando la ilusión y la culpa ?feliz culpa- es de las mujeres, del fútbol femenino, vaya.

Había perdido casi por completo la ilusión por el llamado deporte rey porque muchos futbolistas de élite, por suerte no todos, estaban dejando de ser un referente válido para los niños y los jóvenes: tienen hijos sin madre reconocida, escándalos sexuales apoyados en el poder mediático y financiero de los astros del balón, mercantilización casi absoluta, sin apenas referencia al amor a los colores, salvo al verde de los billetes de dólar o al morado de los billetes de 500? -creo que es morado, me parece recordarlo así de alguna vez que he visto alguno-, problemas con Hacienda por parte de muchos de ellos, por no hablar de la corrupción en las altísimas esferas del fútbol internacional, que ha llevado a la cárcel a algunos de los principales dirigentes.

Mi desencantamiento con el fútbol empezó cuando tuve que acompañar a un chaval muy cercano a mí, -17 años, terminando el Bachillerato, habiendo jugado en todas las categorías del fútbol local como titular indiscutible, salvo lesiones- a una entrevista con el máximo mandatario del Club, ya extinto, pero en trance de resurgir. Se trataba de programar el futuro deportivo del chaval. En un momento de la conversación ?hace más de 35 años, pero me acuerdo como si hubiera sido ayer- el mandatario planteó la cuestión: mira chico, tú vales para el fútbol, lo has demostrado durante todos estos años, pero el fútbol es una cosa muy seria y tienes que elegir; tienes que elegir "entre el fútbol y los estudios". Ante esa propuesta debo confesar que me quedé boquiabierto, ojiplático, bloqueado y en silencio; pero no así el chaval, que con un aplomo y una madurez impropia de sus pocos años dijo con toda claridad: "pues entonces, ya lo tengo decidido: he decidido por el fútbol?(aquí hizo un breve silencio teatral y terminó la frase) y los estudios". Pues eso no puede ser, sentenció el mandatario. Total, que el chaval jugó algunos partidos más hasta terminar la temporada y para el año siguiente no le volvieron a llamar. Yo me hacía cruces y no podía entender cómo el mandatario podía tener una visión tan corta y chata.

Las chicas están recuperando los valores del fútbol, especialmente tres, como señalan en un reciente reportaje del semanal "Alfa y Omega" en entrevista con Irene Paredes, capitana de la Selección femenina absoluta y defensa central del Paris Saint Germain: la humildad y el ambiente sano que se respira en las competiciones de fútbol femenino, la importancia que las jugadoras dan a los estudios y la solidaridad, como se demuestra en el hecho de que de todos los futbolistas enrolados en la iniciativa Common Goal, liderada por el futbolista asturiano Juan Mata ?que dona el 1% del salario para proyectos de desarrollo- la mitad son mujeres futbolistas profesionales. Y además juegan muy bien.

Esperemos que este boom del fútbol femenino influya en la recuperación del sentido común tanto en el fútbol profesional masculino, incluidas sus estructuras, como en el fútbol base, donde hay unos pocos padres y madres que creen a pies juntillas que su hijo está predestinado a jugar al menos tres finales de la Champions, enturbiando así el buen hacer de la mayoría de padres, entrenadores y directivos que siguen viendo el fútbol como lo que es: un magnífico deporte de equipo que desarrolla valores morales y habilidades personales y que hace felices y saludables a millones de niños y niñas a lo largo y ancho del mundo.

Antonio Matilla, aficionado de nuevo al fútbol.

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