Tomo el artículo de mi compañero de periódico, Antonio Costa Gómez, su artículo del martes pasado "¿Por qué odian a los peatones?", como referencia para seguir con este tema tan crucial en la vida y en la salud de la mayoría de la población de una ciudad, los peatones, frente a la minoría de coches, motos y otros trasportes privados.
Este sábado ha habido una gran manifestación de miles de personas, por la Gran Vía madrileña, reivindicando la permanencia de "Madrid Central", el programa de ordenamiento de tráfico para una mejora de la calidad del aire, que la alcaldesa saliente protagonizó e impuso en una parte de la capital de España. A pesar del intenso calor que la tarde del sábado caía sobre Madrid, miles de personas adultas y familias enteras salieron a la calle, porque comprendían que se JUGABAN SU SALUD Y LA DE SUS HIJOS si de nuevo los altos niveles de contaminación se volvían a apoderar de las calles madrileñas. Muchas pancartas exhibían textos que hacían referencia a que hay temas, que están por encima de cualquier ideología política: que ser de derechas o de izquierdas no tiene NADA QUE VER con estar a favor ¡o en contra! de que respiremos insalubremente, de que las enfermedades infantiles, respiratorias y circulatorias aumenten significativamente a causa de la circulación rodada. ¿O es que hay una ideología política que tenga en sus objetivos y principios que es bueno para nuestra sociedad que haya muchos MILES DE MUERTES debidas a la contaminación de las ciudades? ¿Que la capacidad de rendimiento escolar disminuya, así como nuestro grado de atención y concentración y en general nuestro funcionamiento cerebral, debido también a la contaminación acústica?
Salamanca no debería tener esa grave problemática en su medio ambiente. Es una ciudad pequeña, no industrial, la mayoría de los desplazamientos en esta ciudad requieren menos de media hora para recorrerlos a pie, una gran parte de la ciudad antigua es, en teoría, peatonal. Y sin embargo tiene una mala calidad en el aire, debido sobre todo al tráfico.
Cada vez que un salmantino o visitante toma su coche, moto o furgoneta de trabajo fuera de las horas permitidas y cruza o invade calles peatonales, parques y jardines, para llegar hasta la puerta del hotel, o de la Catedral, o de la terraza donde va a beber unas cervezas, está cometiendo un acto delictivo contra la salud de todos los ciudadanos. ¡Ya está bien de, siendo una ciudad universitaria de pasado tan prestigioso, vayamos a contracorriente de toda Europa, de todas las ciudades europeas, en las que cada vez es más difícil conducir y hasta ver un coche, por las zonas peatonales, que son la mayor parte de la ciudad!
Podemos seguir siendo "diferentes" en algunas costumbres o tradiciones valiosas; pero ¡no seamos diferentes al resto de europeos en no cuidarnos, en no cuidar la salud y el desarrollo de nuestros hijos y nietos!
En este tema de la calidad del aire, como escribía el otro día sobre el silencio, NO HAY QUE HACER NINGUNA INVERSIÓN, no tiene el menor coste económico, como no sea el pago individual de multas que los infractores deberían hacer realidad religiosamente; las autoridades locales no pueden privilegiar, dejar de multar a aquellos conductores con conductas contrarias a la mayoría de la población: a los peatones, a los escolares, a los ciclistas, a los ancianos, a todos los que deseamos y tenemos derecho a una prevención de la salud. Para eso pagamos numerosos impuestos.