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Hace calor. Tanto que, cuando veo el telediario, pienso que el cerebro me gasta una mala jugada y que me muestra lo que no es. Atónito contemplo cómo la policía italiana arresta a Carlota Rackete, la capitana del Sea Watch, ese barco que se dedica a rescatar náufragos en las costas italianas.
Esta Europa nuestra, tan moderna, tan competitiva, tan de futuro -dicen-, detiene a los que salvan vidas, a los que no tienen nada más que la esperanza.
Esta Europa nuestra es canalla, asesina, inhumana y descerebrada. Y sus votantes no son más que hipócritas consentidores de asesinatos, de muertes, de violaciones. Ellos, los gobernantes, sí debían estar bajo arresto domiciliario a la espera de ser enviados a prisión.