OPINIóN
Actualizado 29/06/2019
Manuel Lamas

A veces no encontramos vocablos capaces de expresar lo que sentimos. Sin embargo, nuestras sensaciones no merman su fuerza ante la insolvencia del lenguaje. Somos, fundamentalmente, pensamiento susceptible de convertirse en palabras. Pero no es fácil encontrar las adecuadas para mostrar a los demás las tempestades y mareas que sufrimos en el alma. Los estados emocionales son imprevisibles; imprevisibles son, asimismo, cada uno de los movimientos de nuestra voluntad abocada a la acción, para crear la realidad.

Pero muchos autores son capaces de superar estas dificultades utilizando otras formas de expresar sus sensaciones. Los llamamos artistas, porque utilizan el arte como soporte y, a los demás, como caja de resonancia. Al trasladar a nosotros aquellas ideas que emergen en su interior, nos hacen partícipes de su propio mundo y responsables de extender su obra a través del tiempo. Tal ocurre con los naturalistas, escritores, músicos, científicos y deportistas que han llegado a la cumbre.

Pero aún sigo pensando que nuestro lenguaje es insolvente; incapaz de reflejar la pureza de nuestros sentimientos. Me entristece verificar que, este mismo lenguaje, sirve a la perfección para difundir nuestros actos menos nobles. Hablo del engaño y la manipulación que, determinadas personas, ejercen sobre los demás a través de las palabras.

Manuel Lamas

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