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Estoy en el bar de Emilio. Mucho calor y poca gente. Abandono el vino y lo cambio por la cerveza con limón, que me refresca más. Y, jo, al hablar de refresco, despierta mi subconsciente. De refresco me lleva a fresco y de fresco a Rivera, el pretendido regenerador, el falso profeta de la honestidad en la política, el que venía a demostrar que se puede gobernar sin mentir, sin hacer concesiones al sistema caduco y corrompido. Y ahí está, pactando con los que prometió no pactar; ocultando los acuerdos, negando lo evidente.
Ciudadanos es un fraude y su líder, Rivera, un ninot que acabará ardiendo prendido por la indiferencia de la gente.