OPINIóN
Actualizado 17/06/2019
Jesús Garrote

Las oportunidades de una familia de clase media de Salamanca que lleva a sus hij@s a un instituto público o concertado es el sueño de muchos chicos y chicas de Santiago Uno y las oportunidades de muchos niños de la Casa Escuela Santiago Uno son el sueño de muchos niños y niñas de Marruecos.

Los niños y niñas de la Casa Escuela celebran el día veinte jueves su graduación de super-vivencia, retándonos en singular batalla chicos y educadores en distintos deportes, la entrega de bandas y el balance de logros, personales y grupales y de aportación a sociedad con la emoción de mensajes cantados y hablados de despedidas, encuentros y esperanza. Con la ESO aprobada, el ciclo medio o el superior, y el nuevo reto de trabajar en Santander, en Marruecos recuperando otra escuela, la vuelta a casa, mil vidas compartidas. Con el símbolo de nuestras águilas reales. Un micro de radio abierto, una paella, un descenso en piragua, una limpieza de la ribera del Tormes con ornitología y botánica aplicada, un ágape y un pasacalles de fuego a las diez y media de la noche con nuestros barcos de fuego navegando por el río ante la majestosa catedral.

Será otro camino emprendido en pequeños grupos o de uno en uno hasta encontrarnos un día de agosto en Marruecos o en septiembre en un nuevo curso escolar.

Algunas veces hemos salido de la Plaza Mayor despedidos por el alcalde de Salamanca, próximamente presidente de la Comunidad de Castilla y León, cuatro furgonetas blancas rumbo a Sidi Ifni a un campo de trabajo con niños nómadas bereberes esto se lleva repitiendo más de diez años.

Niños de protección que van a convivir con otros niños más desprotegidos a los que van a ayudar a recuperar sus escuelas, para convertirlas también en hospital, parque infantil, escuela de formación profesional, cancha deportiva, cooperativa y CASA ESCUELA.

La Casa Escuela despliega las alas de la niña cenicienta que viaja por el espacio, el tiempo y el mar tirándose en paracaídas allá en una tierra no tan lejana donde los emigrantes tienen su hogar y su familia itinerante nos ofrece, lo que no tienen sin concertinas, sin exámenes que responder y sin boletín oficial del Estado.

No pueden ir todos los que cambian su cómoda cama por el suelo durante dos meses, su maravillosa ducha por un cubo y un bote para echarse el agua poco a poco o con una ducha improvisada sobre un hueco de desagüe a un pozo ciego con agua de lluvia, cincuenta grados de temperatura. ¿Por qué repetimos?, ¿Qué buscamos?.

Tenemos las puertas, el corazón y la mente abierta para recibir a todo el que quiera compartir con nosotros sueños hechos realidad y realidades que siguen siendo sueños para otros. Bienvenidos a nuestro viaje.

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