OPINIóN
Actualizado 15/06/2019
José Fermín Rozas

Plaza de Gabriel y Galán.

La Asociación "Ciudadanos por la Defensa del Patrimonio" ha realizado unas visitas que han denominado "Paseos por la protección". Con ello pretendían "detenernos ante los edificios de nuestros barrios, observarlos, admirarlos, apreciar detalles, valorar su estado y compartir conocimientos e historias. Por todo ello ese patrimonio edificado merece una consideración que a nivel institucional o administrativo todavía no tiene, a pesar de sus valores".

Calle de Valencia.

Han recorrido, al norte de la Avenida de Mirat, la zona entre el Paseo de la Estación y Torres Villarroel hasta Alfonso IX y el Barrio del Oeste, y prometen continuar. Querían conocer, o reconocer, "un buen número de edificaciones catalogadas: reconocidas por sus valores arquitectónicos o urbanísticos y, por tanto, con algún nivel de protección; pero también otras muchas sin catalogar". Algunos entendimos la idea como recordar que fuera de los grandes edificios monumentales existen otros muchos, normalmente de menor entidad, que también forman parte de nuestra historia urbanística.

Avenida de Italia.

Hablan de otra Salamanca que por desgracia no va a volver. Esto no es por la nostalgia de "cualquier tiempo pasado fue mejor", es indudable que la calidad de vida es mayor con el paso del tiempo. Tiene que ver más bien con la necesidad real de un cambio tan radical de la imagen de la ciudad, si de verdad había que destruir todo ese patrimonio edificatorio heredado. Incluso si realmente ha sido rentable para la sociedad. Una ciudad tan vieja como la nuestra es inevitable que cambie su fisonomía con el paso de los siglos. Pero un proceso tan acelerado como el del siglo XX parece estar más vinculado a la pura especulación en una sociedad sin memoria.

Calle del Padre Manjón.

Cualquiera de las zonas visitadas apenas tiene nada que ver con su imagen del pasado más cercano, y no podemos decir que ahora sean una maravilla paisajística. Además de perder en calidad los edificios, al menos visualmente, también ha cambiado la escala convirtiendo barrios agradables en lugares densos, amazacotados, oscuros incluso. La cultura, y la economía, de la rehabilitación ha tardado demasiado en llegar a nosotros. Hace apenas tres años derribaron el emblemático edificio España para volver a hacer algo parecido, como pasó antes con el también no menos simbólico Gran Hotel. Demasiados edificios no tienen ninguna protección, e incluso si la tienen se practica más el "fachadismo" que la recuperación integral. Otros simplemente desaparecen, y ni siquiera las migajas que dejan esparcidas por algunas calles permiten recordar una parte de nuestra historia que se esfuma.

Calle de María Auxiliadora, antes de Federico Anaya.

De todas formas parece que algo se mueve, aunque despacio, y varias entidades y colectivos como el Colegio de Arquitectos o el de Aparejadores y Arquitectos Técnicos, la propia Universidad y la asociación promotora de los paseos han realizado varias mesas para trabajar el tema. No sé por qué de repente echo de menos al Ayuntamiento. Esperemos que cuando esto se materialice en algo queden edificios que incorporar al catálogo de protegidos.

En el apartado Carta de España de la web del Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social, se habla de "ZOES: El barrio iluminado", incluyendo esta foto de un edificio que ya no existe en la plaza del Oeste. El de ahora es más colorido.

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