OPINIóN
Actualizado 10/06/2019
María Jesús Sánchez Oliva

Este año se han cumplido cien años del nacimiento del escritor estadounidense Salinger J. D. En homenaje a él, como gran lectora que soy, acabo de releer "El guardián entre el centeno", su única novela publicada, con lo que sería más acertado decir que el homenaje me lo he hecho a mí misma, porque leerlo es siempre un verdadero placer.

Decir que "El guardián entre el centeno" es un libro maravilloso es decir poco. Pocas veces un escritor dice tanto y tan bien en tan pocas páginas. En ellas, con una habilidad que conjuga magistralmente la sencillez con lo singular, Salinger nos cuenta una historia que llega al corazón y pone en marcha la cabeza, la historia de Holden Cauldfiel, un adolescente desorientado, rebelde, inadaptado, pero de gran ingenio. Descubrir a Holden es descubrir a un chaval enfrentado al fracaso escolar, a las rígidas normas de una familia tradicional, a la experiencia de la sexualidad más allá del simple deseo. Holden, tras ser expulsado de todos los colegios, sólo encuentra una fórmula para poner punto final a sus peripecias: dejar Nueva York para aislarse del mundo en una cueva donde nadie le haga daño a él ni él se lo haga a nadie.

Es posible que Holden tuviera mucho del propio Salinger. Siempre se preocupó más de escribir que de publicar sus obras. Llegó a decir, incluso, que escribía para él, no para los demás, y hasta se dice que le molestó el gran éxito que tuvo "El guardián entre el centeno". Los últimos años de su vida los pasó en una cueva donde se aisló del mundo para seguir escribiendo en soledad. En algún sitio he leído que en unos años su hijo sacará a la luz algunas de sus obras. Estaré atenta para ser la primera en leerlas.

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