OPINIóN
Actualizado 09/06/2019
José Luis Puerto

Uno de los sintagmas que mayor fortuna ha tenido para definir los ámbitos en los que vivimos es el de sociedades líquidas. Ha sido acuñado por el sociólogo de origen polaco Zygmunt Bauman, reconocido internacionalmente. En nuestro país, sería distinguido en 2010, junto con el también sociólogo francés Alain Touraine, con el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Ciencias Sociales.

En nuestras sociedades, nada se consolida, todas las estrategias envejecen con rapidez. Como indica Bauman: "la vida líquida es una vida precaria y vivida en condiciones de incertidumbre constante". ¿No nos reconocemos aquí, en términos como precariedad e incertidumbre?

Debido a tal imposibilidad de consolidación de todo aquello que abordamos, siempre estamos todos en nuevos comienzos, recomenzando todo aquello que nos interesa. De ahí que lo que necesitamos sean aprendizajes de estrategias sobre cómo terminar y clausurar lo emprendido.

La cultura, por otra parte, surge en escenarios y con propuestas imprevisibles, no controladas, de ahí que estemos ante una cultura indisciplinada, que provoca extrañeza en buena parte de la población, que, ante ella, adopta una valoración de que eso no fuera cultura. Por otra parte, en nuestros días, la cultura está cada vez más rendida al "síndrome consumista". Démonos cuenta, en este sentido, la cantidad de "gestores culturales" que surgen como hongos por doquier y que de continuo están inventando eventos, que ofrecen a todo tipo de instituciones y administraciones, con fines ocupacionales de las gentes más comunes, pero también como medio de obtener beneficios.

Como medio de control de los individuos, distintos poderes y estrategias crean percepciones colectivas de inseguridad y de mido, para 'vender' productos relacionados con la seguridad.

Estamos, en definitiva, viviendo en unas sociedades en las que hay que aprender a moverse y a caminar de continuo en arenas movedizas, alejados de cualquier certidumbre. Ya que la vida en estas sociedades contemporáneas líquidas no puede detenerse. Hay que modernizarse o morir.

Como indica Bauman: "Toda una serie de fuerzas centrípetas y centrífugas, gravitacionales y repulsivas, se combinan para mantener a los inquietos en su sitio y para impedir que los descontentos lleguen a inquietarse."

"La vida líquida es una vida devoradora." En ella estamos, a tal tipo de sociedades pertenecemos. ¿Y no habrá que proponer nuevos paradigmas, para una rehumanización y resacralización del mundo?

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