OPINIóN
Actualizado 13/05/2019
Jesús Garrote

Tuve noticias haciendo una terapia de una madre joven que se suicidó aparentemente porque le salió un grano en la cara y le recordó tiempos de acné en la adolescencia donde se burlaban de ella. No le sirvió ni lo necesaria que era para dos niños pequeños y el aparente amor de su marido.

Desde entonces me cuido de juzgar los dolores ajenos. Pero es verdad que les pedimos a nuestras chicas y chicos, a nuestros alumnos, a nuestras hijas. Les pedimos que se esfuercen para que superen exámenes, para que no los echen de las prácticas o para que consigan un trabajo con dieciséis años. Mientras tanto ellos pueden observar unos adultos que se quejan habitualmente que piden la baja con dolencias poco medibles, o poco objetivas.

Queremos que los jóvenes tengan tolerancia a la frustración y los que debemos dar ejemplo nos esforzamos menos que ellos.

Tengo muchas perspectivas distintas, niños que pierden a padres, padres que pierden a hijos, personas con graves enfermedades o minusvalías.

Los que más se quejan, los que más se justifican, los que más protestan, no suelen ser los que aparentemente están más graves.

El afán de superación, sacar fuerzas de flaqueza, resucitar de una muerte interior, continuo viendo y viviendo muy distintas motivaciones.

Siento que la FE práctica marca estas diferencias. Hemos participado en muchas situaciones críticas, hemos sufrido verdaderas tragedias familiares y en esos momentos y con esas personas se abre una puerta secreta a los sentimientos más profundos, a las alegrías y a las tristezas, a la esperanza y a la noche oscura del alma.

Se encuentra un por qué al caminar, hay caminos que por muy de record que sean, para mí no tienen sentido y no alumbran el camino de los más desfavorecidos.

El sentido de los paralímpicos como los verdaderos reyes del Olimpo, la belleza no embotellada y las diferencias salvadoras.

Por todo esto y mucho más las noticias nacionales e internacionales se ven desde la trascendencia del día a día de los excluidos como algo trasgénico, poco natural y modificado metafóricamente casi genéticamente.

La espiritualidad frívola y el amor sin consecuencias. La política desenraizada que debate desde un pedestal la vida del inframundo. Visto uno, vistos casi todos.

A día de hoy toca diversificar las respuestas, no podemos caer en dogmas para todos.

Se impone una individualidad social, en un mundo globalizado que se imponen prototipos de personas hay que rescatar los divergentes, los que pueden salir por la tangente y descubrir una vida nueva en la que una mayoría tenga cabida sin discriminaciones o criminalizaciones de la pobreza.

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