OPINIóN
Actualizado 12/05/2019
Soraya Herráez y Rebeca Martín

Llevo tiempo con ganas de hablar sobre los lobos de los cuentos, pero de los lobos malos, no de esos sucedáneos que juegan a presentarlo como un personaje maltratado y con buena intención, sino de los de verdad. Los lobos malos, esos seres oscuros y perversos que hacen mucha falta en la literatura infantil. ¿Queréis saber por qué?


Bueno, la respuesta es muy sencilla y muy científica a la vez. Resulta que a nuestro cerebro las situaciones de miedo le suelen generar conductas de evitación, es decir, cuando sabemos que vamos a experimentar esa emoción, la evitamos, y listo. Pero claro, ¿entonces cómo aprendemos a gestionarla cuando tengamos que enfrentarnos a ella de verdad?

Pues para eso están los malos de los cuentos. A través de la lectura de historias con lobos, ogros y otros peligros, podemos exponernos de forma progresiva a esas amenazas que nos asustan e ir descubriendo las herramientas o actitudes necesarias para afrontarlos. Además, cuando leemos un cuento somos conscientes incluso desde muy pequeños que no nos encontramos en el mundo real. Nuestro cerebro sabe que tenemos la seguridad de estar entre el "érase una vez" y el "colorín colorado" de manera que experimenta miedo pero también sensación de bienestar al terminar, especialmente cuando el cuento se lee en un contexto de seguridad y con vínculos emocionales como el hogar o el colegio.

Así que ya sabéis, ¡larga vida a los lobos de los cuentos!

Rebeca Martín

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