La pequeña imagen del Santo, portada por uno grupo de adolescentes, presidió la bendición de los viñedos / E. Corredera
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COMARCA
Actualizado 09/05/2019
Ester Corredera

Las inclemencias meteorológicas desanimaron a los asistentes a disfrutar de la habitual merienda campestre que se celebra tras los actos religiosos

Los lumbralenses han acudido un año más a su cita con San Gregorio la tarde del 9 de mayo, si bien las inclemencias climatológicas han restado asistencia y han desanimado a la mayoría a quedarse en el entorno de la emita para disfrutar de la merienda campestre.

La celebración de esta tradicional romería se inició a media tarde con los actos religiosos en la pequeña ermita del santo, ubicada en el corazón del paraje de Las Viñas. Después del rosario y de la misa, la pequeña imagen del santo, patrón de los viñedos, fue sacada en procesión alrededor del templo por los asistentes, entre ellos un grupo de adolescentes. A la espalda del templo, el párroco Andrés García procedió a la bendición de los viñedos, pidiendo buenas cosechas.

Una vez finalizada la procesión, la fiesta continuó en la explanada de la ermita con una sesión de baile al son de la música de Mariano Díaz. Los mayores fueron los más animados a la hora de bailar pasadobles y otras canciones populares. Mientras, un grupo de niños y algunos otros valientes merendaban buscando el amparo de la ermita y de los vehículos para refugiarse del fuerte viento. Otros grupos de amigos se reunieron a comer en las casetas del entorno, aunque la mayoría de los asistentes finalizó la jornada festiva antes de los habitual regresando al pueblo.

Tradición recuperada

La romería que cada 9 de mayo se realiza en Lumbrales a la ermita de San Gregorio se basa en una antigua tradición recuperada hace poco más de treinta años. Ya apenas quedan viñas que bendecir y poco vino de la tierra con el que convidar, pero como excusa para salir al campo en los albores de la primavera sigue siendo perfectamente válida.

Según cuentan los mayores, antiguamente la misa se celebraba con gran solemnidad a últimas horas de la mañana en la iglesia parroquial y a continuación se organizaba la marcha o romería a las viñas a celebrar la Boda de San Gregorio, presidida por el Mayordomo, Alcalde de las viñas y demás componentes de la Comisión, acompañados de los familiares e invitados; los gastos de la comida y fiesta eran costeados por los miembros de la Comisión.

Llegados a la ermita, se procedía a la solemne bendición de las viñas, estando ya gran parte del pueblo presente, para comer a continuación el hornazo. La Comisión obsequiaba a todos con vino y organizaba los alegres y divertidos bailes populares que se celebraban por la tarde (hoy día la invitación a la sangria y al baile corre por cuenta del Ayuntamiento), hasta la puesta del sol, momento en que se inicaba el regreso al pueblo, entrando por La Atalaya, para echar los últimos bailes en la plaza de la Fuente Abajo, hoy Plaza de la Alegría.

En los últimos 30 años la romería de regreso (en vehículos) tiene parada obligada en el Barrio de San Gregorio.

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